Los graves riesgos del sharenting y explotación sexual

Salud femenina | | Gema Bocardo

Publicar en Facebook, Twitter o Instagram fotos de la primera ecografía de tu bebé o de tu hijo con la camiseta de su equipo de fútbol favorito, o un vídeo de una actuación de teatro con el uniforme del colegio o de cómo aprende a nadar, escribir en un post una anécdota graciosa de tu hija aunque vergonzosa o confesar que llevas una semana de médicos porque le han salido unos granitos en la espalda. Y así, decenas, cientos, miles de ejemplos que parecen inocuos. 

¿Acaso cuando eras pequeña tus padres no enseñaban a sus amigos fotos en papel o vídeos de VHS en los que salías tú? ¿Qué diferencia hay?

Una abismal: por un lado, el 80% de los pederastas forman parte del entorno del menor y las redes sociales son una selva en la que se camuflan a la perfección; por otro, todo lo que compartes en Internet queda en la nube para siempre y deja una huella digital, similar a la dactilar, que expone a tus hijos a riesgos tan graves como la pederastia, la pornografía infantil, el grooming, el ciberbullying y las suplantaciones de identidad.

Los expertos advierten que el sharenting es una práctica que pone en grave peligro a los niños, tanto en su infancia como en su vida de adultos, de ahí que cada vez más países comiencen a regularla para frenar su avance y para concienciar a los padres sobre los riesgos, pero no siempre es sencillo, porque muchos no son conscientes de ellos y si lo son, no les importa. 

Si a ti también te parece que no es para tanto y que es una alarma social catastrofista, por favor, lee este artículo antes de que sea demasiado tarde.

¿Qué es el Sharenting?

El término «sharenting», combinación de las palabras inglesas «share« (compartir) y «parenting» (crianza), alude a la práctica de los padres que comparten en redes sociales (Facebook, Twitter o Instagram, principalmente) vídeos, fotos, reels y detalles privados de la vida de sus hijos.

Según las estadísticas, el 90% de los niños occidentales han sido expuestos en las redes sociales de Internet, algunos de ellos (un 25%) incluso antes de nacer (porque sus padres publican imágenes de las ecografías durante el embarazo) y el 81% antes de los seis meses de edad. 

Aunque el «sharenting» puede parecer inocuo, lo cierto es que entraña graves riesgos para los menores. ¿Crees que es una exageración? Pasemos a los datos.

Pornografía infantil o material de explotación sexual infantil 

El informe Perfil del detenido por delitos relativos a la pornografía infantil, de la Universitat Oberta de Catalunya, advierte a los padres que no suban información, imágenes ni vídeos de sus hijos menores. ¿El motivo? Los pederastas los utilizan como material pornográfico.

El informe revela que en el 72% de los casos de agresores sexuales duales penados (los que además de consumir material de explotación sexual infantil o pornografía infantil, también abusan sexualmente de menores) existían imágenes cotidianas de menores no sexualizadas, es decir, imágenes normales de menores no sexualizados, que han conseguido en las redes sociales y que luego se han añadido a bancos de imágenes que los pederastas comparten entre ellos.

Irene Montiel, investigadora del grupo VICRIM (Victimología Empírica y Aplicada) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), declara: «No pensamos en que esa “inocente foto de mi niña jugando en la playa” pueda acabar en las colecciones de abusadores de cualquier lugar del mundo o que pueda usarse como reclamo en un perfil falso para embaucar y seducir a otros niños y niñas de los que abusar». No lo pensamos, pero ocurre.

En menos de 10 años, los contenidos de explotación sexual infantil se han incrementado un 1.815%, a lo que se suma la ingente cantidad de material sexual extremo (con torturas incluidas) creado con IA utilizando fotografías reales no sexualizadas de menores (incluyendo bebés y niños de corta edad) obtenidas en las redes sociales de sus padres. Considerando que España es el primer consumidor de material de explotación sexual de Europa y el segundo del mundo, el sharenting es un paraíso para los pederastas en este país.

Grooming o Child grooming

Las estadísticas señalan que el 60% de los menores han sufrido grooming o child grooming, una forma de acoso en la que un adulto contacta con un menor a través de Internet con el objetivo de ganarse su confianza para poder implicarlo en actividades sexuales dentro (enseñarle pornografía, obtener fotos, vídeos y conversaciones eróticas del menor) o fuera de Internet (abusos sexuales, agresiones sexuales, producción de material de explotación sexual).

Para ganarse la confianza de su víctima, el acosador suele hacerse pasar por un menor, suplantando la identidad de uno real y utilizando fotos y vídeos que ha obtenido de las redes sociales, porque las han compartido los padres (sharenting) o las ha conseguido de otro menor.

De hecho, un informe de Internet Watch Foundation señala que de las 255.571 páginas web en las que se realizaron acciones durante 2022, el 78 % contenían imágenes «autogeneradas» por menores (de 11 a 13 años en su mayoría). Es más, esta fundación advierte que en 2022 se experimentó un aumento del 129% de imágenes autogeneradas de menores de 7 a 10 años, en comparación con el año anterior.

Seguridad 

Compartir fotografías e información de los hijos menores en redes sociales (como nombres, edades, fecha y lugar de nacimiento, nombres de mascotas, equipos deportivos a los que apoyan, etc.) y fotografías también puede exponerlos a riesgos de seguridad. Las fotos pueden incluir detalles sobre la ubicación (gracias a la geolocalización), el colegio o las actividades del niño (ocio, deporte) que permiten a los delincuentes conocer sus movimientos.

Por otro lado, esa información es muy útil para usarla de manera indebida en actividades como grooming, estafas, fraudes y suplantación de identidad. ¿Una exageración? Según Barclays, el sharenting es el «eslabón más débil» en el riesgo de fraude en línea y robo de identidad, y los padres 

están comprometiendo la seguridad financiera futura de sus hijos al compartir sus datos. Por ello, el banco pronostica que en 2030 casi dos tercios de los casos de fraude en línea serán la consecuencia de compartir información personal de menores por Internet.

Ciberacoso o ciberbullying

Compartir información y fotos o vídeos de tus hijos en las redes sociales puede aumentar el riesgo de ciberacoso o ciberbullying, que puede ser definido como una situación en la que «un niño o adolescente es atormentado, amenazado, acosado, humillado y avergonzado por otra persona desde 

Internet, mediante medios interactivos, tecnologías digitales y teléfonos móviles».

Esas fotos, vídeos o anécdotas que para ti son graciosas pueden ser utilizadas como arma para que desconocidos se burlen de ellos convirtiéndolos en memes o para que sus compañeros de colegio o instituto los humillen o acosen, haciendo de su vida un infierno.

Ese hostigamiento causa en los menores estrés, ansiedad y depresión y, en casos extremos, pensamientos suicidas. De hecho, según estudios recientes, las tasas de suicidio juvenil (jóvenes entre 10 y 24 años) han aumentado un 62% debido, en gran medida, al acoso en las redes sociales.

Huella digital y privacidad

El sharenting no solo puede dañar el presente de los menores, también su futuro. La información, fotos y vídeos que compartimos contribuyen a crear una huella digital que se mantiene de por vida en Internet, afectando a su reputación e imagen digital y real, incluyendo sus oportunidades educativas, laborales y personales.

Por último, pero no menos importante, el sharenting viola la privacidad del menor, porque se está compartiendo su información sin su consentimiento y sin medir las consecuencias, que incluyen daños emocionales y psicológicos que afectan a su imagen corporal, intimidad y autoestima, llegando a causarles ansiedad, estrés y sensación de estar siendo vigilados y expuestos.

De hecho, un estudio reciente publicado por Microsoft, resultado de más de 12. 000 encuestas entre jóvenes de 13 a 17 años de 25 países, concluye que el 42% se sienten incómodos o molestos por lo que sus padres han publicado sobre ellos y casi el 67% reconoce sentirse preocupado por el riesgo que el sharenting implica para su seguridad. 

Necesidad de aprobación y ego

Aunque algunas personas no sean conscientes de los peligros que supone el sharenting, según la encuesta de la BBC, una gran mayoría sí, y aún así se niegan a dejar de subir información, fotos y vídeos de sus hijos; en parte, porque defienden su derecho sobre ellos («son MIS hijos») y en parte, porque necesitan la aprobación de otros, sus comentarios y likes que les validan como padres. De este modo, priorizan la construcción de una imagen (la suya) en redes sociales por encima de la privacidad, el bienestar y la seguridad de sus hijos.

Este desprecio por la seguridad de los niños y adolescentes ha impulsado a países como Italia a endurecer las leyes para protegerlos del sharenting, pero ni todas las condenas económicas del mundo borrarán la huella digital ni el daño causado.

En un mundo tan centrado en la apariencia digital, la necesidad de aprobación puede hacernos perder la perspectiva de lo que realmente importa: su vida.

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