La triada de la deportista o atleta

Salud femenina | | Brenda B. Lennox

Es indudable que la práctica regular y moderada de ejercicio mantiene nuestra salud y previene enfermedades, pues a nivel físico, fortalece huesos, articulaciones, músculos y tendones; reduce el riesgo de enfermedades cardiacas; regula la presión arterial; mantiene los niveles adecuados de sangre, azúcar e insulina; reduce la sensación de fatiga; mejora la calidad del sueño; incrementa la energía y la fuerza física y mejora la vida sexual, entre otros beneficios; y a nivel psicológico y emocional, eleva el estado de ánimo y la autoestima, reduce el estrés, la ansiedad y la depresión, y fortalece la salud del cerebro mejorando funciones como el pensamiento, el aprendizaje y la memoria.

No obstante, el ejercicio físico y el deporte también pueden perjudicar a nuestra salud, incluyendo la sexual. Además de los daños que la práctica incorrecta puede causar en el suelo pélvico, el ciclo menstrual puede verse alterado por la triada de la deportista o atleta, una grave patología que afecta tanto a deportistas profesionales como amateur debido al creciente culto al cuerpo y a la práctica de ejercicio por libre sin contar con el asesoramiento de profesionales.

Qué es la triada de la deportista o atleta

La obsesión por mantener un peso poco saludable y la exigencia física por encima de las posibilidades reales provocan la aparición de la triada de la deportista o atleta, una patología que afecta a mujeres con independencia de su complexión física, el deporte que practiquen y si su nivel es amateur o profesional.

El estudio de esta afección se remonta a la década de los 70, cuando se descubrió que numerosas gimnastas de 14 años presentaban continuas fracturas y huesos cuyo estado correspondía a mujeres más de 60 años. Tras ahondar en esta problemática, los investigadores averiguaron que este trastorno, al que el Colegio Americano de Medicina deportiva denominó en la década de los 90 «La triada de la atleta femenina», comprendía tres elementos: trastornos en la conducta alimentaria (anorexia, bulimia), amenorrea y osteoporosis (disminución de la densidad ósea).

Las investigaciones posteriores revelaron que los desarreglos menstruales no se limitaban a la amenorrea y que el elemento principal y causante de estos y la osteoporosis no eran los trastornos alimenticios en sí, sino una baja disponibilidad energética.

Elementos de la triada de la deportista o atleta

Este síndrome grave se diagnostica cuando coexisten tres características o elementos que se relacionan entre sí: baja disponibilidad energética con o sin trastornos de la conducta alimentaria (TCA), alteración del ciclo menstrual y baja densidad mineral ósea; aunque es importante matizar que estas tres manifestaciones clínicas no tienen por qué aparecer simultáneamente, sino que pueden presentarse también de manera individual.

Estos componentes están íntimamente relacionados, como si fueran los vértices de un triángulo. El síndrome suele comenzar con una alimentación incorrecta o insuficiente que sumada a un ejercicio físico intenso deriva en un déficit de energía. El cerebro reacciona ante

esa carencia energética intentando restablecer el equilibrio para lo cual modifica determinadas hormonas metabólicas que a su vez suprimen varios procesos fisiológicos. Las consecuencias de esto son una drástica reducción de estrógenos o hipoestrogenismo, trastornos menstruales y una disminución de la densidad de los huesos que degenera en osteoporosis.

Baja disponibilidad energética

La baja disponibilidad energética tiene su origen en, al menos, una de las siguientes fuentes: trastornos de la conducta alimentaria (bulimia, anorexia nerviosa); los esfuerzos intencionales orientados a la pérdida de peso o grasa corporal, con el objetivo de mejorar el rendimiento deportivo y/o modificar la apariencia física; y la supresión inadvertida del apetito causada por el ejercicio y por las dietas con un alto porcentaje de carbohidratos.

Trastornos de la conducta alimentaria (TCA)

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) más frecuentes en los deportistas son la anorexia, la bulimia, la bulimarexia (que combina manifestaciones anoréxicas con fenómenos bulímicos), la vigorexia (más común en hombres y que se caracteriza por una obsesión enfermiza por ganar masa muscular) y la ortorexia (obsesión por la comida sana).

Los TCA relacionados con la triada de la mujer deportista o atleta más comunes son la anorexia y la bulimia. La anorexia es una enfermedad mental clínica con una alta mortalidad, que requiere tratamiento psiquiátrico. Sus características son un peso corporal anormalmente bajo, un temor intenso a subir de peso y una percepción distorsionada de la apariencia corporal que impulsa a restringir al mínimo la ingesta de alimentos, practicar ejercicio para adelgazar y seguir hábitos como vomitar la comida o consumir laxantes y diuréticos.

La bulimia es una enfermedad mental que se caracteriza por el consumo compulsivo de alimentos ricos en calorías o alimentos «prohibidos» acompañado por un sentimiento de culpa que provoca que, posteriormente, la persona intente compensar «su debilidad» provocándose el vómito, realizando ejercicio excesivo o usando laxantes, enemas o diuréticos.

Aunque el origen de estos TCA se debe a muchos factores, en el caso de las deportistas y atletas, especialmente las niñas y las adolescentes, destaca la presión a la que se ven sometidas tanto por su familia como por su entrenador; de hecho, algunos investigadores no dudan en considerarla el cuarto elemento de la triada y origen del trastorno. La elevada presión ejercida sobre la atleta se traduce en modificaciones en su dieta que, sumadas a una alta exigencia física, acaban provocando alteraciones hormonales que favorecen trastornos menstruales. A su vez, estos afectan al organismo, especialmente a la salud de los huesos, desembocando en una desmineralización ósea y un aumento de fracturas en la edad adulta.

Si bien la prevalencia de la anorexia y la bulimia es más alta en deportes que exigen una figura delgada o una imagen «estética» como danza, gimnasia, patinaje artístico, aerobic, carreras de larga distancia, natación o clavados, cada vez la sufren más mujeres no deportistas debido a la obsesión por el modelo de belleza irreal predominante.

Disponibilidad energética baja intencional

Las deportistas intentan bajar de peso o reducir su grasa corporal disminuyendo intencionadamente la ingesta de energía en la dieta o aumentando el gasto energético mediante la práctica de ejercicio. Aunque algunas hacen ambas cosas, las atletas que practican deportes estéticos tienden a restringir la dieta, mientras que las practicantes de deportes de resistencia suelen aumentar el gasto energético.

Asimismo, algunos practicantes de deportes de combate en los que hay una categoría de peso (judo, taekwondo, kárate, boxeo, lucha libre, lucha grecorromana) siguen hábitos perniciosos como no comer durante días, entrenar con plásticos alrededor del cuerpo o abusar de las saunas con el objetivo adelgazar rápido y dar el peso indicado para el combate. Después, compensan la pérdida ingiriendo gran cantidad de alimentos y bebiendo muchos líquidos. Aunque la consecuencia más habitual de estas prácticas son las molestias gastrointestinales, con el tiempo pueden aparecer problemas más severos.

Baja disponibilidad energética inadvertida

La dieta y el ejercicio pueden provocar una disminución o supresión del apetito que resulta inadvertida para las deportistas, causándoles un déficit energético que acaba pasándoles factura, ya que al igual que en los dos casos anteriores, cuando la energía de la que dispone el cuerpo es muy baja, los mecanismos fisiológicos reducen la que suele utilizarse para realizar funciones vitales como el mantenimiento celular, termorregulación, crecimiento y reproducción, repercutiendo en la salud.

Desarreglos menstruales

Las alteraciones del ciclo menstrual más comunes son la amenorrea (ausencia de regla superior a tres meses) y el retraso de la menarquía (primera menstruación). No obstante, algunas mujeres que padecen la triada menstrúan con regularidad, pero padecen otros trastornos como la oligomenorrea (ciclos de más de 35 días), la anovulación (ausencia de ovulación) y la deficiencia de la fase lútea (secreción inadecuada de progesterona), por lo que es muy importante estar atenta a cualquier cambio significativo en el ciclo menstrual que pueda estar relacionado con la práctica de ejercicio.

Baja densidad mineral ósea

La ausencia de regla implica una baja producción de estrógeno y progesterona, hormonas que tienen entre otras funciones la de mantener los huesos fuertes. Su déficit provoca una descompensación entre la pérdida de mineral óseo y la fabricación de este, pudiendo causar disminución de la masa ósea, aumento de la tendencia a sufrir lesiones y mayor dificultad para recuperarse de las mismas. Además, a largo plazo puede causar osteoporosis, un desorden esquelético caracterizado por una masa ósea más fina y frágil; es decir, huesos debilitados con mayor riesgo de fractura.

Síntomas de la triada de la deportista o atleta

Cuando una mujer tiene factores de riesgo para desarrollar esta patología, es posible que ya esté presentando algunos de los siguientes síntomas:

  • Pérdida de peso y/o de masa muscular.
  • Ciclos menstruales irregulares o amenorrea.
  • Fatiga.
  • Anemia.
  • Fracturas por estrés o sobrecarga.
  • Intolerancia al frío, hipotermia, frío y pérdida de color en pies y manos.
  • Depresión.
  • Disminución de la capacidad de concentración.

En el caso de las niñas y adolescentes deportistas es necesario prestar atención a los siguientes síntomas, porque pueden indicar trastornos de la conducta alimentaria o TCA:

  • Obsesión con la comida y el peso.
  • Hábitos como ir al servicio durante o después de las comidas y consumir laxantes.
  • Pelo y uñas quebradizos.
  • Piel seca, edema en cara y extremidades.
  • Erosión del esmalte dental (es señal de que vomita la comida).
  • Alta sensibilidad al frío.
  • Niveles bajos de frecuencia cardíaca y tensión arterial.
  • Mareos, taquicardias (ritmo cardiaco más alto de lo normal), bradicardias (ritmo cardiaco más bajo de lo normal), dolor de pecho.
  • Distensión, dolor abdominal y estreñimiento.

Prevención y tratamiento de la triada de la deportista o atleta

Además de baja densidad ósea y osteoporosis, una baja disponibilidad energética continuada (con o sin TCA) sumada a los desarreglos hormonales también puede ocasionar alteraciones en el sistema cardiovascular, endocrino, gastrointestinal, renal, inmunológico y sistema nervioso central, así como afectar a la salud mental provocando baja autoestima, estrés, ansiedad y depresión, entre otras afecciones.

Como algunas de las consecuencias de estas condiciones clínicas son potencialmente irreversibles, es necesario que sigas los siguientes consejos porque evitan su aparición:

  • Lleva un registro de tu ciclo menstrual. Ya hemos hablado en otros artículos de la importancia de conocer tu ciclo y sus características para detectar cualquier cambio significativo que puede indicar que estás sufriendo un trastorno.
  • Antes de iniciarte en cualquier práctica deportiva, ve al médico para que examine el estado en que se encuentra tu condición física y detecte posibles condicionantes o patologías que la desaconsejen. Asimismo, ve a un dietista o nutricionista para que elabore un plan estratégico de alimentación adaptado a tus necesidades y a las de esa práctica en concreto.
  • No es aconsejable que empieces a entrenar por tu cuenta y mucho menos sin un entrenador. Si no es posible, infórmate bien de todo lo relacionado con el ejercicio que quieres practicar. Cuando lo tengas muy claro, planifica y estructura el entrenamiento de manera que sea progresivo, equilibrado, sin cargas excesivas, con descansos, ajustando sus características, intensidad y duración a tus capacidades físicas y psicológicas.
  • Realízate chequeos regularmente para saber que tu organismo se encuentra en perfecto estado. Recuerda que no siempre se dan los tres elementos de la triada y que algunos síntomas pueden confundirse con afecciones sin importancia aparente. El diagnóstico precoz evitará que se agrave.
  • Haz ejercicio por ti misma, no por la presión de la sociedad, tu pareja, amigos, conocidos e incluso entrenador. Sé muy consciente de las consecuencias a medio y largo plazo de abusar de tu cuerpo y descuidar tu alimentación. Algunas son irreversibles y llevan aparejadas otras que también son devastadoras para tu organismo.

Si reconoces los síntomas, acude cuanto antes a un profesional de la salud. Cuanto antes realice un diagnóstico, antes podrás revertir las consecuencias y evitar que algunas afecciones causadas por la triada se conviertan en irreversibles.

Aunque la clave para la prevención y tratamiento de la tríada es el aumento de la disponibilidad energética, ya sea incrementando la ingesta calórica, ya sea reduciendo el gasto energético por ejercicio, ya sean ambos, el tratamiento dependerá del caso concreto y podrá requerir la intervención de especialistas en medicina deportiva, fisioterapia, psicología y nutrición.

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