Consejos imprescindibles para cuidar nuestra piel en invierno

Salud femenina | | Brenda B. Lennox

La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y cumple funciones tan importantes como regular nuestra temperatura corporal, protegernos de los rayos ultravioleta, de sustancias nocivas para nuestro organismo y de las bacterias. El frío, el viento y los cambios bruscos de temperatura, característicos del invierno, debilitan la piel y pueden causar daños severos como hipoxias (déficit de oxígeno), deshidratación, sequedad, descamación, grietas, heridas, infecciones y arañas vasculares, entre otros. 

Por un lado, las condiciones climatológicas provocan que los capilares sanguíneos se contraigan y se reduzca la circulación sanguínea y con ello, el aporte de oxígeno necesario para el buen estado de los tejidos, provocando que la piel se deshidrate, enfríe y palidezca. Por otro, su grasa natural se reduce y las glándulas sebáceas disminuyen su producción, por lo que la piel se vuelve más fina, pierde la capacidad de conservarse húmeda y flexible, y es más propensa a la sequedad, las microheridas y las infecciones. Finalmente, todas estas agresiones externas, sumadas al estrés y a hábitos negativos como una alimentación inadecuada, el tabaquismo o el sedentarismo, la debilitan, disminuyendo su función de reguladora de nuestra temperatura corporal y barrera protectora frente a agresiones externas. 

Protege tu piel

Del frío

  • Abrígate. Ante todo, ponte ropa de abrigo, incluyendo gorros, bufandas y guantes. Parece algo evidente, pero las mujeres tendemos a dejar descubiertos nuestro cuello, mejillas y manos (a pesar de ser las zonas más sensibles), que sufren la agresión del viento y el frío. 
  • Protege tus manos. La textura de la piel del dorso de las manos es muy fina y frágil, y tiene pocas glándulas sebáceas, por lo que tiende a resecarse y agrietarse con más facilidad (en especial, la zona de los nudillos) y sufre muchísimo con el frío y los cambios bruscos de temperatura. No las laves con agua muy caliente o muy fría (mejor tibia), ni jabones agresivos (mejor con pH neutro). Si usas líquidos y/o toallitas desinfectantes, hidrátalas con mayor frecuencia con cremas regeneradoras de manos (con urea, aceite de oliva o rosa mosqueta). Protégelas también en casa, y utiliza guantes de cocina para fregar los platos, lavar ropa a mano o limpiar. 
  • Protege tus labios. Las temperaturas bajas y el viento frío los resecan y pueden agrietarse y sangrar. Usa bálsamo labial con protección solar, y tápalos, en lo posible, con una bufanda.

De los cambios bruscos de temperatura

Los cambios bruscos de temperatura (pasar del frío y viento del exterior a interiores con calefacción) aumenta el riesgo de aparición de arañas vasculares en la cara (sobre todo en las mejillas). Para prevenirlas, cuando entres en un lugar con calefacción, no te pongas cerca de ella (y nunca de manera que te dé directamente); y cuando salgas al exterior, protégete las mejillas con una bufanda. 

Del sol

En invierno, también debemos protegernos del sol. Aunque los rayos solares son menos intensos que en verano, la radiación ultravioleta sigue presente (incluso en los días nublados) pudiendo causar hiperpigmentación, fotoenvejecimiento, manchas y carcinomas.

Cuando elijas la crema protectora, ten en cuenta que los efectos nocivos de las radiaciones solares dependen, principalmente, de la frecuencia y duración de la exposición solar y del tipo e intensidad de radiación UV que recibirá tu piel, que la composición de algunas cremas puede crear alergias y que debes consultar con tu médico si estás embarazada (algunas cremas pueden dañar al feto). 

Finalmente, si te gusta la montaña, recuerda que el sol es más fuerte en las zonas con mayor altitud, por lo que deberás evitar exponerte en las horas de mayor radiación solar y usar, en el resto, protección solar y prendas con factor de protección ultravioleta.

Limpia tu piel

  • Limpieza. Desmaquíllate al regresar a casa y lávate la cara y el cuello para eliminar cualquier rastro de agentes contaminantes como la polución y prevenir así la obstrucción de los poros y reacciones alérgicas.
  • Agua tibia. En invierno, dúchate máximo una vez al día con agua tibia. El agua muy caliente influye en la disminución de la producción de colágeno y elastina (lo que aumenta la flacidez y la aparición de arrugas) y altera los aceites naturales que proporcionan elasticidad a la piel y la protegen de agresiones externas, favoreciendo la sequedad y trastornos como la rosácea.
  • Productos. Mira muy bien la composición de los jabones y geles, algunos componentes irritan la piel y la predisponen a la dermatitis alérgica. Usa productos de pH neutro y compuestos de ingredientes naturales.

Nutre tu piel

Solemos cometer el error de utilizar las mismas cremas sin tener en cuenta la estación del año ni nuestro tipo de piel. Por un lado, en invierno necesitamos productos con principios activos protectores, reparadores y regeneradores; por otro, las pieles secas y sensibles requieren productos de textura más cremosa, compuestos de activos calmantes, antiinflamatorios y regeneradores, que disminuyan la irritación y la tirantez, y las pieles mixtas y grasas, de cremas de textura fluida, exfoliantes (para eliminar el exceso de células muertas) e hidratantes (en su justa medida, para no aportar un exceso de hidratación). 

Consulta con tu dermatólogo si tienes dudas sobre las necesidades de la tuya. Ten en cuenta que algunos factores internos (cambios hormonales, determinadas enfermedades) y externos (clima, polución) pueden afectarla. Por otro lado, no te centres solo en tu cara y recuerda nutrir todo tu cuerpo, incidiendo en otras zonas expuestas a las condiciones meteorológicas (cuello y manos) y las que sufren roces continuos (ingles y codos). 

Si estás embarazada, tu piel necesitará cuidados especiales; además, algunos componentes pueden ser muy perjudiciales para tu bebé; por favor, consulta con tu médico para que te oriente y ten especial cuidado con estos productos herbales.

En cuanto a la menopausia, a partir de los 50, la piel suele volverse más fina, seca, áspera, flácida y arrugada, y sufrir dilataciones vasculares, dificultad de cicatrización, cambios en la pigmentación y aparición de formaciones benignas como lentigo y queratosis, por lo que necesitará cuidados específicos.

Dos trucos imprescindibles:

  • Unta tus manos con crema antes de dormir y ponte luego unos guantes de lana; el calor ayudará a que la crema penetre en la piel y facilitará su regeneración.
  • El aloe vera es uno de los mejores remedios naturales para la piel gracias a su acción antiinflamatoria, calmante, antibiótica y regeneradora. Aplícate directamente su pulpa sobre las grietas, rozaduras y heridas para curarlas, y en los días posteriores para evitar la aparición de cicatrices.

Protege tu vulva y tu vagina

Como vimos en este artículo dedicado a los trastornos urogenitales femeninos más comunes en invierno, en la estación invernal somos más propensas a sufrir vaginitis por Candida albicanis, a causa de la bajada de defensas. Para prevenir este trastorno, debemos mantener nuestro sistema inmunitario fuerte y evitar los siguientes hábitos y productos que favorecen tanto la candidiasis como otros tipos de vaginitis:

  • Evita los jacuzzis, los baños con agua muy caliente y las duchas vaginales, alteran el equilibrio de la flora vaginal y nos predisponen a infecciones vaginales y urinarias.
  • No uses productos de higiene íntima como desodorantes, perfumes y polvos de talco, también alteran el pH vaginal y además pueden causar irritación y alergias. 
  • Sustituye las compresas, tampones y protegeslips con productos irritantes (lejías, resinas o agentes aglutinantes) y elementos plásticos (que entran en contacto con la vulva) y bragas menstruales tratadas con sustancias biocidas o de materiales artificiales, por copas menstruales de materiales hipoalergénicos como las de INTIMINA, fabricadas con silicona de grado médico (es decir, la que se usa con fines médicos y quirúrgicos), un material no poroso que previene el crecimiento de bacterias y hongos, hipoalergénico (no provoca alergias), biocompatible (compatible con los tejidos corporales) e inocuo para el organismo, porque no desprende partículas tóxicas ni provoca que el cuerpo la rechace, por eso se utiliza incluso en dispositivos cardiacos como catéteres y marcapasos. 
  • Usa bragas de algodón blanco 100% orgánico; este tejido (a diferencia de los sintéticos) facilita la absorción adecuada del sudor y flujo, impide el exceso de humedad y permite que la piel respire, evitando la proliferación de hongos y bacterias; además, se trata de un material hipoalergénico y muy suave, por lo que no provocará alergias, eccemas ni rozaduras. 

También es recomendable usar una crema específica para nuestra vulva, que disminuya y calme su sequedad, hidrate y regenere la piel, y la proteja de los roces y las bacterias, como Balmy. Balmy es una crema vegana de INTIMINA, hidratante, calmante, regeneradora, protectora y antibacteriana, porque contiene ácido hialurónico, escualeno de origen vegetal y un complejo de aceites vegetales ricos en ácidos Omega 3. La combinación de estos ingredientes hidrata y suaviza la vulva, calma la irritación y picor provocados por hábitos como la depilación genital y los roces con la ropa y los plásticos de algunos protectores menstruales. Además, como su pH es neutro, no afecta al equilibrio de la flora vaginal, y su textura y composición crean una película protectora entre la piel y la ropa interior. 

Mejora tu alimentación

El déficit de algunos minerales y vitaminas debilita tu piel. Si quieres mantenerla fuerte y saludable, asegúrate de consumir todos los días la cantidad mínima recomendada de los siguientes nutrientes:

  • Colágeno. El colágeno es una proteína muy importante para el cuidado de la piel, pues es el componente principal de esta y otros órganos y tejidos como tendones, cartílagos, ligamentos o músculos. Aunque estén de moda los suplementos vitamínicos de colágeno, no hay ninguna evidencia científica que demuestre que su consumo sea beneficioso; es más, expertos como el investigador, divulgador y profesor titular del departamento de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia, José Miguel Mulet, advierten que es imposible que consumir suplementos de colágeno incremente su producción en el cuerpo. Si deseas mantener los niveles de colágeno, consume los siguientes alimentos: productos de origen animal (sardinas, caballa, salmón, carnes magras, huevos y gelatinas) y de origen vegetal (avellanas, castañas, nueces, piñones, pistachos, pimientos, tomates, ajo, cebolla, cerezas, fresas, frambuesas, limón).
  • Vitamina A. La vitamina A refuerza las defensas naturales de la piel, favorece su cicatrización y le aporta suavidad. Los alimentos con dosis más altas de vitamina A son las frutas y verduras de color naranja y amarillo (zanahoria, batata, calabaza, melón), guisantes, brócoli, espinacas, col rizada, pimienta roja y aceite de bacalao. Es mejor que los comas crudos para aprovechar sus propiedades, porque es una vitamina soluble en grasa y se pierde al freírlos. 
  • Vitamina B3. La vitamina B3 o niacina interviene en el funcionamiento de la piel, preparándola y protegiéndola frente al sol. Alimentos de origen vegetal como el salvado, nueces, cacahuetes, arroz, cereales y legumbres, y alimentos de origen animal como las anchoas, el atún, el bonito, el hígado de cordero y el pollo, contienen altas dosis de este nutriente. 
  • Vitamina B6. La vitamina B6 disminuye la secreción de las glándulas sebáceas, por lo que equilibra las pieles grasas. Si la tuya lo es, consume pescados (sardina, salmón, atún, bonito, besugo, trucha), nueces, legumbres (lentejas, garbanzos, judías blancas), hígado, carnes de aves (pollo y gallina), plátano y aguacate.
  • Vitamina C. La vitamina C favorece la cicatrización de la piel, aumenta las defensas del organismo contra las infecciones, destruye los radicales libres, protege a la epidermis de los rayos ultravioleta y, además, es indispensable para la formación del colágeno. Los alimentos más ricos en vitamina C son las frutas (fresas, fresones, kiwis, limones, naranjas, pomelos) y las verduras (pimientos verdes y las de hoja verde, como las espinacas y el perejil). Consúmelas frescas para que el calor del cocinado no destruya sus propiedades. 
  • Vitamina E. La vitamina E es un potente oxidante, es decir, protege los tejidos del daño causado por los radicales libres (sustancias que pueden dañar células, tejidos y órganos) y retrasa el envejecimiento cutáneo. Además, fortalece el sistema inmunitario y participa en la formación de los glóbulos rojos, entre otras funciones. Los alimentos más ricos en vitamina E son los aceites vegetales y de semillas, las almendras, nueces y avellanas, el germen de trigo y de maíz, y las semillas de girasol. 
  • Antioxidantes. Otros alimentos ricos en antioxidantes son el ajo, las alcachofas, la canela, el chocolate negro, los frutos del bosque (arándanos, frambuesas, moras), las patatas, las semillas de sésamo, lino y chía, y las uvas rojas.
  • Zinc. El zinc, además de propiciar la formación de colágeno, tiene propiedades antiinflamatorias, fortalece el sistema inmunitario y ayuda a la cicatrización de las heridas y a la regeneración celular. Los alimentos que contienen mayor cantidad de este mineral son las ostras, el cangrejo, los huevos, la carne de cerdo, las semillas de calabaza, los garbanzos, los cacahuetes y el chocolate negro.
  • Hidratación. La hidratación es imprescindible para mantener la piel limpia y elástica. Además de agua, puedes beber zumos, jugos y caldos (de las frutas y verduras que te he recomendado), infusiones de té rojo y de té verde (eliminan toxinas), y de hinojo (previene el envejecimiento de la piel). 
  • Probióticos. Los probióticos mantienen el equilibrio de la microbiota (conjunto de microorganismos que viven en distintas partes de nuestro cuerpo, incluyendo el sistema digestivo y la piel), refuerzan el sistema inmunitario y previenen y mejoran enfermedades inflamatorias de la piel como la dermatitis atópica, el acné o la rosácea. Puedes consumirlos como suplementos en tu dieta o aplicarlos directamente sobre la piel, para que formen una barrera protectora contra toxinas y bacterias.
  • Sistema inmunitario. Si quieres mantener tu sistema inmunológico sano y tus defensas altas, toma probióticos, alimentos antioxidantes y ricos en zinc, vitamina A, B6, C y E (que además de ser beneficiosos para la piel, también refuerzan el sistema inmunitario) y en ácidos Omega 3 (salmón salvaje, sardinas, caballa, jurel, anchoas, atún, semillas de chía, lino y calabaza, nueces, soja y sus derivados, aceite de canola y brócoli), hierro (alga espirulina, marisco, semillas de calabaza, soja, mijo, lentejas y chocolate negro) y selenio (bacalao, anchoas, huevos, pipas de girasol y nueces).

¡Fuera estrés!

El estrés aumenta el riesgo de trastornos y afecciones de la piel como la pérdida de luminosidad, flacidez, sequedad, arrugas, manchas y dermatitis (tanto seborreica como atópica). Además, ataca al sistema inmune, por lo que nuestra piel es más vulnerable a las infecciones y a las agresiones externas.

No permitas que el estrés domine tu vida. Aléjate de lo que te lo provoca, haz ejercicio (aumenta la secreción de endorfinas, unos neurotransmisores relacionados con la felicidad), realiza actividades que fomenten tu creatividad, te hagan feliz y te den equilibrio mental y emocional (como el yoga o el taichí), mantén el contacto con la naturaleza, recurre a la meditación y al control de la respiración en momentos en los que el estrés te supere y busca ayuda profesional si crees que sufres un trastorno que afecte a tu salud mental, como la ansiedad o la depresión. 

¡Fuera sedentarismo!

El ejercicio físico no solo combate el estrés, también estimula la circulación sanguínea, aumentando el aporte de oxígeno y nutrientes a las células. Además, el sudor eleva la temperatura corporal, favoreciendo la eliminación de toxinas, suciedad, puntos negros y acné. Por otro lado, la práctica de ejercicio tonifica la piel, combate la flacidez y favorece la eliminación de líquidos, combatiendo la celulitis.

30 minutos de ejercicio moderado todos los días (como nadar o caminar) te ayudará a mantenerte saludable. Eso sí, antes de empezar, acude a tu médico para que vea tu estado de salud y te recomiende el más adecuado para ti; y si decides hacer deporte de impacto o ejercicios hiperpresivos, ponte en manos de un entrenador con formación específica en entrenamiento de la mujer y suelo pélvico femenino, para evitar la hipertonía del suelo pélvico.

¡Fuera tabaco!

El tabaco contiene unos 7.000 componentes tóxicos y cancerígenos que nos matan lentamente, ya que atacan a todos los sistemas y órganos de nuestro cuerpo, incluyendo la piel. ¿Cuáles son sus efectos más nocivos en esta?:

  • Enfermedades. Fumar aumenta el riesgo de sufrir numerosas enfermedades dermatológicas como acné, psoriasis, lupus, eczema crónico y cáncer.
  • Pigmentación. El tabaco constriñe la circulación sanguínea, aumentando el riesgo de rotura de capilares y venas, de hiperpigmentación y de decoloración.
  • Cicatrización. La deficiencia de flujo sanguíneo, oxígeno y nutrientes provoca que la piel tarde mucho más en recuperarse o sanar después de un golpe, cirugía u otros procedimientos médicos, y aumenta el riesgo de que las heridas y las cicatrices se infecten.
  • Envejecimiento prematuro. El humo del tabaco disminuye los niveles de hidratación de la piel, provocando sequedad y aspereza. De hecho, los fumadores sufren un envejecimiento acelerado debido a la deshidratación y a la destrucción de las fibras elásticas.
  • Cambios hormonales. El envejecimiento prematuro es más acusado en las mujeres que en los hombres porque el tabaco disminuye la secreción de estrógenos (las hormonas sexuales femeninas por excelencia) provocando que la piel de las fumadoras tenga el mismo aspecto que durante la menopausia. Un efecto nimio si lo comparamos con otros trastornos graves en la sexualidad femenina que explico en este reportaje.

¡Fuera alcohol!

El alcohol favorece la sequedad, las arrugas y la flacidez, provoca que la piel luzca apagada y cetrina, y su consumo abusivo aumenta el riesgo de dermatitis, hiperpigmentación, arañas vasculares, eritema (rojez facial) y carcinomas. Intenta reducir el consumo diario al máximo recomendado para mujeres, un trago al día; es decir, 355 ml de cerveza (un tercio o una lata), 148 ml de vino (una copa) o 44,36 ml de licor (una copa), salvo que tengas problemas de salud como diabetes, en cuyo caso deberás eliminarlo totalmente. 

Resumiendo: consulta con tu dermatólogo en caso de dudas, si crees que sufres problemas de salud o si pasas por etapas vitales como el embarazo o la menopausia; protege, nutre y repara tu piel (incluyendo tu zona íntima), sigue una dieta saludable, haz ejercicio moderado, mantén a raya el estrés y elimina hábitos nocivos como el alcohol y el tabaco. No lo dejes pasar. Por desgracia, solemos olvidar que la piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo y que debemos mantenerla saludable para que nos proteja del exterior. ¡Protégela y protégete!

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