Un periodo saludable: ¿Es seguro usar tampones?

Menstruación | | Brenda B. Lennox

Todas las mujeres recordamos la primera vez que usamos un tampón; fue una experiencia liberadora (aunque algo extraña). ¡Por fin una alternativa a esas indiscretas y voluminosas compresas! Éramos libres para ir a nadar, hacer deporte en short y corretear por un campo de flores silvestres con mallas blancas (perdón, me vine arriba recordando un anuncio).

Sin embargo, algunos estudios advierten que los tampones no son tan maravillosos como nos venden los fabricantes. Las críticas más habituales se centran en los materiales que se usan para su fabricación y el daño que provocan a nuestro cuerpo y al medio ambiente. ¿Es cierto que los tampones tienen tantas desventajas o todo es humo para convencernos de que es mejor usar otro tipo de productos?

Para ayudarte a decidir sobre qué productos menstruales son mejores para tu salud, la naturaleza y tu bolsillo, aquí tienes una guía sobre las desventajas de los tampones y las alternativas disponibles.

Todo lo que necesitas saber sobre los tampones

Productos tóxicos

La mayoría de los tampones están compuestos de una combinación de algodón y rayón (un material sintético de fibra de pulpa de madera tratada químicamente), además de decenas de productos nocivos para aumentar su absorbencia. A pesar de ello, las regulaciones gubernamentales no obligan a los fabricantes a especificar la composición exacta a los consumidores, y ya sabes: “hecha la ley, hecha la trampa”.

Numerosas organizaciones públicas y privadas llevan años pidiendo que se realicen más estudios oficiales sobre los riesgos para la salud de los productos de higiene menstrual. Mientras esperan respuesta, realizan investigaciones independientes que revelan los productos químicos que contienen algunas marcas de tampones y, la verdad, el resultado da miedo.

Por ejemplo: los materiales con los que se elaboran los tampones no son blancos en su origen. Para blanquearlos se utilizan productos que pueden generar subproductos químicos nocivos, como las dioxinas. Este compuesto, tóxico y contaminante, derivado del procedimiento del blanqueamiento con cloro, afecta a nuestro sistema inmunológico y reproductivo pudiendo causar dismenorrea, endometriosis o infertilidad, entre otros problemas ginecológicos, así como cáncer. Si bien solo hay trazas de dioxina en los tampones (más bajas que las que se encuentran en los alimentos), se acumulan en el tejido adiposo  causando problemas de salud años después de haberlos usado.

También perjudican los tampones perfumados, ya que la fragancia, cuya fórmula suele mantenerse en secreto, puede contener cualquier combinación de diferentes productos químicos nocivos para la salud.

A esto se suma que el porcentaje de plaguicidas tóxicos en el cultivo de algodón convencional (no orgánico) oscila entre 16 y el 30%. Una cifra alarmante si consideras que algunos de estos plaguicidas no solo afectan al medio ambiente, también a los consumidores finales del producto.

Aunque la mayoría de los fabricantes ha eliminado estas sustancias de sus productos y otros niegan su utilización o la justifican afirmando que son cantidades que no afectan al organismo, estudios como este realizado por un laboratorio independiente para Women’s Voices for the Earth (WVE), organización sin ánimo de lucro que pretende denunciar y eliminar los químicos tóxicos que dañan la salud de las mujeres y sus comunidades, advierten de lo contrario.

Tras analizar decenas de tampones de marcas conocidas en 2018, este estudio reveló que algunos contienen químicos tóxicos como cloruro de metileno, metiletilcetona, acetato de etilo, heptano, hexano, tolueno y disulfuro de carbono. Asusta, ¿verdad?

Lo absorbe Todo

La vagina es como un pequeño ecosistema lleno de microorganismos que la mantienen equilibrada y saludable, pues mantienen el pH a un nivel que desalienta el crecimiento de bacterias nocivas.

Los tampones, por su naturaleza, absorben nuestro flujo de forma indiscriminada. Esto puede resecarlo, atrapando las bacterias nocivas que nuestro cuerpo está tratando de expulsar y evitando que las beneficiosas equilibren el pH vaginal. Esto puede impedir la capacidad de la vagina para regularse y limpiarse y provocar vaginitis irritativa o favorecer  infecciones, especialmente en verano, como te explico en este reportaje.

Fibras

Si bien el material del tampón se moldea para que tenga una forma que permita insertarlo con facilidad, también está diseñado para expandirse y aflojarse para absorber la regla. Esto implica que algunas de esas fibras pueden aflojarse lo suficiente como para permanecer dentro de nuestra vagina incluso después de quitarnos el tampón, favoreciendo que las bacterias se escondan en ellas y crezcan en su interior.

SST

El síndrome del shock tóxico (SST) es una afección potencialmente mortal que se ha relacionado con el uso de tampones. El SST fue una gran preocupación en la década de 1980; las empresas producían tampones tan absorbentes que, si se dejaban demasiado tiempo en la vagina, podían convertirse en un caldo de cultivo para las bacterias e irritar el tejido vaginal, llegando a causar pequeños cortes que permitían que las bacterias ingresaran al torrente sanguíneo.

Desde entonces, los fabricantes han realizado ajustes en sus productos, pero el uso de tampones que son más absorbentes de lo necesario o dejar un tampón durante demasiado tiempo se han relacionado con varios casos de TSS en los últimos años y no debe tomarse a la ligera. Vale la pena considerar si es mejor utilizar un tampón solo cuando estamos seguras de poder ir al servicio a cambiárnoslo dentro del periodo de seguridad (cuatro horas).

Medio ambiente

Algunos estudios estiman que una mujer comprará 12.000 productos menstruales desechables a lo largo de su vida, y que la mayoría de esas 12.000 piezas de algodón y plástico terminan en un vertedero o en el medio ambiente. Por ejemplo, The Marine Conservation Society encontró, tras limpiar una playa en 2010, un promedio de 30 piezas de basura relacionadas con el cuidado menstrual, como aplicadores de tampones, fundas de plástico y partes de compresas, en cada kilómetro de arena.

Una gran cantidad de basura considerando que la genera un proceso natural que se produce cada mes, ¿no te parece?  A esto se añade el coste medioambiental que implica su fabricación con materiales como papel (deforestación), algodón (pesticidas y fertilizantes químicos) y productos tóxicos como las dioxinas (letal para animales pequeños) que acaban en el medios naturales.

Precio

Esos 12.000 productos menstruales desechables se traducen en aproximadamente $ 3.000 gastados en algo que compras de mala gana todos los meses. ¿No sería mejor invertir parte de ese dinero en cosas más satisfactorias?

Alternativas a los tampones

Vale, si no me convencen los tampones, ¿qué debería usar cuando tengo la regla? Existen varias alternativas a los tampones convencionales, como las compresas reutilizables de tela, bragas menstruales, y tampones y compresas fabricados con algodón ecológico y/o materiales biodegradables; si bien hay que tener en cuenta que aunque estas alternativas son ecoamigables, siguen perjudicando al medio ambiente.

Por eso, las copas menstruales reutilizables son nuestra opción favorita. Por un lado, están fabricadas con silicona de grado médico, un material no poroso hipoalergénico, sin látex ni toxinas y resistente al crecimiento de bacterias, que evita infecciones siempre y cuando se use y limpie de la manera adecuada.

Además, no contiene productos químicos nocivos ni fibras sueltas y puedes llevarlo en tu interior hasta ocho horas, a diferencia de los tampones cuyo máximo son cuatro con independencia de que esté o no repleto de flujo menstrual.

Las copas menstruales no absorben todo el flujo vaginal perjudicando nuestro equilibrio interno: recogen la regla que fluye a su ritmo natural. Después, simplemente debes vaciarla en un inodoro, enjuagarla incluso en un baño público y volver a colocártela en tu interior.

Aunque el precio inicial de una copa menstrual oscila entre 25 y 30€, si la cuidas, puede durar muchos años, por lo que resulta más económica a medio y largo plazo que los tampones y las compresas. Además, cuando acaba su vida útil, su destrucción no perjudica al medio ambiente, porque no desprende gases tóxicos cuando se incinera; y si por un error acabara en la naturaleza,  terminaría descomponiéndose en partículas inocuas para el medio ambiente.

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Nos hemos asociado con Cromosomos X, una organización benéfica con sede en España, para ayudarles a proporcionar copas menstruales a mujeres que las necesitan y no pueden permitírselas. Cromosomos X brinda educación reproductiva a niñas y adolescentes para que puedan desterrar los mitos y tabúes sobre la menstruación, disminuir la vergüenza que sienten cuando tienen la regla y reducir el absentismo escolar debido a esta.

“Cromosomos X nació con la misión de mejorar la vida de niñas y adolescentes desfavorecidas a través de un programa de educación sexual y reproductiva que distribuye la copa menstrual. Una solución sostenible que les permite gestionar su menstruación de forma segura y sin privaciones”.

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