Cómo prevenir los trastornos causados por la obesidad en el suelo pélvico

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Para determinar si existe esa acumulación, se utiliza el Índice de Masa Corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso en kilos entre la talla en metros al cuadrado (kg/m2). Si el IMC en adultos es igual o superior a 25, la persona tiene sobrepeso, y si es igual o superior a 30, obesidad.
Las mujeres somos más propensas al sobrepeso y a la obesidad que los hombres, debido a factores como la predisposición biológica a acumular grasa en caderas y abdomen (para un posible embarazo y parto), los cambios hormonales, una mayor sensibilidad al cortisol u hormona del estrés (que no solo puede aumentar el apetito, sino también desacelerar el metabolismo), entre otros.
La acumulación excesiva de grasa aumenta el riesgo de padecer ictus (primera causa de muerte en las mujeres), afecciones músculo-esqueléticas, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II, hipertensión arterial, síndrome del ovario poliquístico (SOP), anovulación, esterilidad, diabetes gestacional, partos problemáticos, abortos, cáncer en los órganos reproductivos, apnea del sueño y trastornos psicológicos como depresión y ansiedad, entre otros.
Sobrepeso, obesidad y suelo pélvico
A estos daños se suman los causados al suelo pélvico, un conjunto de músculos y tejidos conjuntivos, con forma de puente colgante, situado en la parte inferior de un sistema muscular con forma de corsé denominado faja abdominal o core (núcleo), que cumple funciones tan relevantes como sostener los órganos internos, contener los esfínteres para que haya una correcta micción y defecación, controlar las contracciones involuntarias (que se producen cuando reímos, tosemos o estornudamos), actuar como sostén durante el embarazo, facilitar el parto y controlar la sensibilidad y lubricación de nuestros órganos sexuales.
El exceso de grasa y peso aumentan la presión sobre los músculos y ligamentos (incluyendo el periné) de este complejo sistema debilitándolos progresivamente, hasta provocar una hipotonía (debilidad) pélvica que, a su vez, puede causar estreñimiento, incontinencia urinaria, vejiga hiperactiva, prolapso o caída de órganos pélvicos, dolor pélvico crónico y disfunciones sexuales.
Incontinencia urinaria, sobrepeso y obesidad
Diversos estudios epidemiológicos revelan que el sobrepeso es un factor de riesgo importante para la incontinencia urinaria, y que cuanto más aumenta el Índice de Masa Corporal (IMC), mayor es la probabilidad de sufrir esta disfunción: «con cada incremento de 5 unidades en el índice de masa corporal hay un aumento de aproximadamente 20% – 70% en el riesgo de incontinencia urinaria».
Además, cuando ese sobrepeso se mantiene en el tiempo, las posibilidades de sufrir incontinencia aumentan: «la posibilidad de sufrir incontinencia urinaria a los 5-10 años se incrementa entre un 30% y un 60% por cada aumento de 5 puntos en el IMC mantenidos a largo plazo».
Este riesgo es aplicable a todos los tipos de incontinencia urinaria, es decir: a la Incontinencia Urinaria de esfuerzo (IUE), que se define como «la pérdida involuntaria de orina asociada a un esfuerzo físico, que provoca un aumento de la presión abdominal (como, por ejemplo, toser, reír, correr, andar); a la Incontinencia Urinaria de Urgencia (IUU), que se define como la pérdida de orina asociada a un deseo súbito, urgente e incontrolable de orinar; y a la Incontinencia Urinaria Mixta (IUM), que es «la percepción de pérdida involuntaria de orina asociada tanto a urgencia como al esfuerzo».
Vejiga hiperactiva, sobrepeso y obesidad
El sobrepeso también aumenta el riesgo de sufrir vejiga hiperactiva, un trastorno caracterizado por tener ganas de orinar, con mucha frecuencia (en general, ocho o más veces a lo largo del día), de manera repentina e incontrolable, y aunque la vejiga esté casi vacía o se haya orinado recientemente, por lo que limita los hábitos y afecta al sueño, al despertarse más de dos veces por la noche para ir al servicio (nicturia). Además, si el suelo pélvico está débil, se puede experimentar la incontinencia urinaria de urgencia, es decir, pérdida de orina por no poder aguantarse.
Otros trastornos del suelo pélvico relacionados con el sobrepeso
Incontinencia fecal y estreñimiento
Cuando el suelo pélvico está debilitado, pueden aparecer tanto la incontinencia fecal (o expulsión involuntaria de heces y gases), como el estreñimiento o dificultad para evacuar (por carecer de la fuerza necesaria para una defecación completa), a los que se suman la posibilidad de sufrir el prolapso del recto (es decir, la caída de este hacia el ano) o un rectocele (descenso del recto hacia la pared vaginal).
Prolapso de órganos internos
Además del prolapso del recto, la debilidad del suelo pélvico puede provocar la caída o descenso de otros órganos internos (intestino delgado, útero, cúpula vaginal, vejiga y uretra), que pueden requerir tratamiento quirúrgico.
Disfunciones sexuales
El suelo pélvico también cumple funciones relacionadas con la sensibilidad, excitación y lubricación de nuestra vulva y vagina, la erección del clítoris y la intensidad de los orgasmos, por lo que la hipotonía pélvica puede causar disfunciones sexuales como sequedad vaginal, el trastorno de interés o excitación sexual y la anorgasmia.
Rehabilitación muscular del suelo pélvico debilitado
La rehabilitación muscular del suelo pélvico debilitado por el sobrepeso o la obesidad (con técnicas de biorretroalimentación y electroestimulación, combinadas con otras de reentrenamiento del músculo diafragmático, de la musculatura abdominal profunda y de la función coordinada del piso pélvico) reduce los episodios de incontinencia urinaria en 54-72% y las tasas de curación/mejoría en ensayos aleatorizados pueden oscilar entre 61 y 91%.
Los ejercicios de Kegel son el tratamiento más eficaz para tonificar y fortalecer el suelo pélvico debilitado así como para prevenir este trastorno siempre y cuando se realicen de la manera correcta y no estén contraindicados. Los ejercitadores del suelo pélvico basados en la biorretroalimentación como Kegel-Smart son los más recomendables, porque reconocen el nivel concreto de fuerza de la musculatura de tu suelo pélvico y te guían en una rutina de ejercicios con el ritmo y la duración adecuados a tu nivel.
A estos ejercicios deben sumarse otros que rehabiliten y relajen la faja abdominal y el core, como la respiración diafragmática y los ejercicios hipopresivos, de los que hablamos en este artículo.
Reducir peso para cuidar el suelo pélvico
En los casos de sobrepeso y obesidad, una pérdida de 13% del peso corporal disminuye la presión intraabdominal y reduce considerablemente los episodios de incontinencia urinaria y el riesgo de otros trastornos derivados como la vejiga hiperactiva, el estreñimiento o las disfunciones sexuales.
Existen diversos factores que influyen en el aumento de peso en las mujeres: raza, genética, metabolismo, enfermedades (como el hipotiroidismo), efectos secundarios de algunos medicamentos (anticonceptivos hormonales y antidepresivos), el embarazo, la lactancia, la menopausia, estilos de vida (sedentarismo, tabaquismo), estrés, ansiedad, trastornos alimenticios, depresión y, claro está, un desequilibrio entre la alimentación y el gasto calórico.
Si tienes sobrepeso, no hagas dietas milagrosas ni ejercicio sin control, ya que no sabes su causa ni si ese exceso de grasa afecta a tu salud. Acude a un especialista para que te examine, te haga un diagnóstico personalizado y prescriba el tratamiento adecuado para ti que, por lo general, incluirá una dieta sana (rica en frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales integrales, y baja en alimentos procesados e hipercalóricos, con mucha sal y azúcar, grasas saturadas y grasas trans) y ejercicio aeróbico moderado (nadar o pasear, mínimo, 30 minutos al día).
No lo dejes pasar, como hemos visto, el sobrepeso y la obesidad no solo afectan al suelo pélvico, sino a todos los sistemas y funciones del organismo, y además puede ser el síntoma de otro trastorno o enfermedad. ¡Ve al médico ya!

Brenda B. Lennox es el seudónimo de una escritora con varios premios literarios a su espalda. La máscara que le permite mostrar su lado más salvaje en textos eróticos que destilan crudeza no exenta de humor negro y poesía. La firma que avala su compromiso con la sexualidad y la salud femenina en artículos para medios como Volonté o Intimina.