El síndrome postvacacional: qué es y cómo evitarlo

Salud femenina | | Brenda B. Lennox

El síndrome postvacacional o depresión postvacacional puede definirse como un estado de malestar generalizado que padecen algunas personas cuando se reincorporan al trabajo y a la rutina diaria tras las vacaciones.

Los síntomas varían dependiendo de cada sujeto, su entorno y sus responsabilidades, aunque suelen ser: a nivel psíquico y emocional, tristeza, desinterés, nerviosismo, irritabilidad, ansiedad, falta de concentración y menor rendimiento; y a nivel físico, cansancio, fatiga, sudoración, taquicardias, sensación de asfixia, dolores musculares, cefaleas tensionales, migrañas, cambios en el apetito y alteraciones del sueño como el insomnio y la hipersomnia, incluyendo narcolepsia. 

Generalmente, los síntomas son leves y duran entre tres y quince días; pero algunas personas pueden experimentar cuadros de estrés agudo (crisis de ansiedad, depresión, palpitaciones, arritmias, sensación de asfixia, fuertes migrañas…) que si no se tratan, pueden derivar en el síndrome de ansiedad generalizada o en estrés crónico.

Síndrome postvacacional y salud reproductiva

Según las estadísticas, las mujeres somos más propensas a padecer este síndrome que, al estar íntimamente relacionado con la ansiedad y el estrés, puede provocarnos, además de los síntomas generales, desarreglos hormonales que afecten a nuestra salud reproductiva: retrasos en la menstruación, amenorrea (ausencia de menstruación), polimenorrea (ciclos inferiores a 21 días), oligomenorrea (ciclos superiores a 35 días); alteraciones en el flujo menstrual que se traducen en reglas más abundantes (menorragia) o menos (hipomenorrea).

El estrés también puede duplicar el dolor menstrual, aumentar el estado depresivo en el Síndrome Premenstrual y reducir o eliminar nuestro deseo sexual. Finalmente, en relación con el embarazo, unos niveles altos de estrés reducen las posibilidades de quedarse embarazada, afectan al desarrollo cerebral del feto y aumentan el riesgo de parto prematuro. 

Por qué ocurre el síndrome postvacacional

Las vacaciones nos permiten descansar, salir de la rutina y recargar pilas; nuevos hábitos agradables que, antes de darnos cuenta, tenemos que abandonar para volver a nuestro día a día.

Generalmente, se necesitan unos 21 días para adquirir una rutina, por lo que cuanto más duren las vacaciones, más sencillo será acostumbrarse al nuevo estilo de vida y, por lo tanto, más duro regresar al anterior.

Eso no implica que las vacaciones más cortas aseguren una «vuelta al cole» más sencilla; si no las hemos disfrutado lo suficiente, han sido un auténtico desastre o, directamente, no hemos tenido, el regreso puede ser demoledor.

Por otro lado, si nuestro trabajo nos resulta desagradable y estresante (por las características de nuestro puesto, la hostilidad de algunos compañeros o un jefe déspota, por ejemplo) es lógico que retomarlo nos angustie y nos deprima.

Si encima nuestra vida personal también es complicada (problemas de pareja o familiares, conciliación familiar y laboral, situación económica, etc.), la idea de tener que soportarla un año más, sobre todo si tenemos un carácter pesimista y poco resiliente, es insoportable.

Las estadísticas muestran un aumento anual del porcentaje de trabajadores que sufren síndrome postvacacional y, dadas las características de este año, todo apunta a un aumento exponencial.

La pandemia ocasionada por el COVID 19 ha marcado 2020: el confinamiento, el duelo por los familiares y amigos que no han superado la enfermedad o lo han hecho con secuelas, el cambio en las condiciones laborales, el paro, el breve respiro de un verano atípico ensombrecido por el miedo a un rebrote y el regreso a nuestra vida, distinta en cierto modo a la anterior y además marcada por la incertidumbre de qué va a pasar en el futuro, está haciendo mella en la población. ¿Cómo evitar que esta situación nos supere?

Prevenir el Síndrome postvacacional

Los especialistas alertaron al principio del confinamiento que la pandemia del COVID-19 generaría un fuerte estrés, ansiedad, miedo, sensación de aislamiento, soledad e indefensión que afectarían a nuestra salud física y mental, pudiendo agravar las enfermedades crónicas, por lo que era de vital importancia cuidarnos tanto física como mentalmente.

Para evitarlo y combatirlo, como os explicamos en este artículo, teníamos que cuidarnos a nivel físico y emocional: mimar el cuerpo con una alimentación sana y equilibrada, beber mucha agua, hacer ejercicio, dormir lo suficiente, disfrutar de actividades de ocio que nos apasionaran, probar técnicas de relajación como la meditación y mantener el contacto con amigos y familiares para encontrar apoyo emocional y reforzar los vínculos afectivos.

Estas actividades y hábitos también nos ayudarán a prevenir y afrontar el Síndrome postvacacional si los combinamos con otros más específicos que nos permitan retomar nuestra vida de forma paulatina: volver a casa un día o dos antes del fin de las vacaciones para trazar el rumbo, levantarnos más temprano de lo habitual para afrontar la jornada sin prisas y retomar las tareas laborales de manera gradual.

También es conveniente planificar el tiempo libre equilibrando las responsabilidades con el ocio, alimentarnos de una manera saludable y dormir las horas que necesitemos hasta que nos hayamos adaptado a tu nueva rutina.

Parece sencillo, ¿no es cierto?

Sabemos que no siempre, porque por un lado, algunas cosas escapan de nuestro control, especialmente en el ámbito laboral, y por otro, porque en muchos casos estamos intentando aceptar una rutina que nos resulta desagradable. 

Renace a una vida mejor

Si retomar tu vida te provoca ansiedad y te deprime, es de vital importancia que te preguntes por qué. Piensa en todas las cosas que te desagradan y divídelas en las que no puedes cambiar y las que sí.

Si no las puedes cambiar, intenta encontrar su lado positivo y aprende de ellas para forjar tu carácter; y si puedes, descubre cómo y ponte manos a la obra. 

También puedes introducir nuevos hábitos que has ido postergando para que tu vida cambie a mejor. Es un hecho que muchos elegimos el regreso de las vacaciones para abordar retos que tenemos pendientes: ponernos a dieta, apuntarnos a un gimnasio, dejar de fumar y aprender un idioma son los clásicos.

Sin embargo, la mayoría duramos una semana y todas las buenas intenciones caen en saco roto. ¿Por qué? Por un lado, las personas estamos acostumbradas a una rutina formada por hábitos que, aunque no siempre sean positivos, nos dan una falsa sensación de seguridad, ya sabes, «Más vale malo conocido…»; por otro, cuando empezamos algo nuevo lo hacemos a lo grande y nos acaba superando.

¿Cómo evitar que eso ocurra? 

Hay una técnica japonesa que me encanta: el Kaizen. El principio que lo rige es muy sencillo: los pequeños cambios son más efectivos que uno grande.

Cuando pensamos en cambiar algo en nuestra vida, inconscientemente sentimos miedo por lo desconocido y nos echamos para atrás como los cangrejos, para seguir en nuestra zona de confort; por eso el Kaizen propone pequeños cambios que no nos cuestan esfuerzo y que acaban transformándose en hábitos. Te pongo un ejemplo: queremos ponernos en forma, nos apuntamos a un gimnasio y el primer día hacemos ejercicio durante media hora.

Solo de pensarlo agota, no es raro que muchos dejen de ir a la semana y otros, directamente, no vayan. Siguiendo este ejemplo, con el método Kaizen solo practicas cada día, a la misma hora, un minuto de ejercicio; así irás acostumbrándote de un modo fluido, tu cuerpo te pedirá aumentar esos minutos, lo harás gradualmente y cuando quieras darte cuenta, aquel diminuto gesto habrá creado una rutina.

Eso sí, no caigas en el error de empezar mil cosas a la vez. Haz una lista con los proyectos pendientes, elige el que vaya a ser más beneficioso para ti, empieza con él «despacito y con buena letra», y cuando lo tengas marcado a fuego en tu día a día, anímate con otro. 

Resumiendo: el síndrome postvacacional es un conjunto de dolencias físicas y psíquicas, íntimamente relacionadas con la ansiedad y el estrés, que podemos evitar y combatir con las herramientas adecuadas; así como un acicate para analizar qué hábitos son perniciosos y atrevernos a cambiarlos.

No obstante, recuerda que la vuelta al trabajo puede provocar en determinadas personas (especialmente en las mujeres) cuadros de estrés agudo que las superen y si no se tratan a tiempo, derivar en ansiedad generalizada y estrés crónico.

Si sientes que el síndrome postvacacional te supera, no lo dudes: acude inmediatamente a un profesional de la salud para que valore tu caso y te mande un tratamiento adecuado que te permita coger, de nuevo, las riendas de tu vida.

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