El poder sanador del silencio en la vida moderna
Pero el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón.
Y cuanto más ahorraba de esto la gente, menos tenía»
(Michael Ende. Momo)
Tráfico, bullicio, notificaciones, televisión, música alta… ruido, ruido, ruido, que nos estresa, irrita y deprime, que nos desconecta de la realidad, que nos aleja de nosotras mismas. Ruido que se impone al silencio, a la quietud, a la calma, a un estado natural del que nos aleja esta sociedad acelerada y exigente en la que no se nos permite tener ni un instante de paz porque se confunde con perder el tiempo. El tiempo, los hombres grises de Momo se lo fuman y se lo permitimos.
Pero estar en calma, en paz, en silencio no es una pérdida de tiempo, sino todo lo contrario, es un estado que nos permite tomar conciencia del presente y de nosotras mismas, reflexionar, desconectar, relajarnos, desintoxicarnos.
El silencio no solo es indispensable para nuestra salud emocional, sino también para nuestra salud física, porque previene y alivia el estrés, la ansiedad, la hipertensión, los trastornos cardiacos, el sobrepeso y el deterioro cognitivo.
Descubre sus beneficios y cómo reivindicar su espacio en este mundo tan ruidoso, tan caótico, tan insano.
Beneficios del silencio para nuestro organismo
Estrés, ansiedad y estado de ánimo
El ruido aumenta los niveles de cortisol, una hormona que desempeña un papel determinante en la respuesta al estrés (de hecho, se la conoce como «la hormona del estrés»), la regulación del metabolismo, la presión arterial, el azúcar en la sangre y el sistema inmunológico, y cuyos efectos son más intensos en las mujeres que en los hombres, debido a las diferencias hormonales entre sexos.
Si sus niveles son altos, afectan a nuestra salud física y emocional. En lo físico, favorecen los desequilibrios hormonales, que a su vez causan o agravan trastornos como desarreglos menstruales, endometriosis y fibromas uterinos.
También provocan trastornos digestivos, como estreñimiento, indigestión, acidez o síndrome del colon irritable. A esto se suman el sobrepeso, la obesidad, la hinchazón y las contracturas musculares. En lo emocional, aumentan el riesgo de insomnio, ansiedad y depresión. Además, favorecen la irritabilidad, la tristeza, las pérdidas de memoria y la desconcentración.
A diferencia del ruido, el silencio tiene el poder de disminuir el estrés y la tensión física, psíquica y emocional. Esto se debe a que reduce los niveles de cortisol y adrenalina. Al mismo tiempo, aumenta los niveles de endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, porque provocan sensaciones de bienestar, calma, placer y felicidad.
También eleva la serotonina, un neurotransmisor que regula el estado de ánimo y el deseo sexual. Por todo ello, el silencio es muy beneficioso para nuestro estado anímico.
Sueño y descanso
Estar en silencio (al menos) durante 20 minutos al día, y siempre 15 minutos antes de acostarnos, es vital para tener un sueño reparador. Dormir bien es indispensable, ya que dormir mal y/o pocas horas favorece los desequilibrios hormonales, la hipertensión, la inflamación y el colesterol. También incrementa el riesgo de sobrepeso y obesidad, arritmias y enfermedades coronarias.
Además, afecta al rendimiento cognitivo, provocando falta de concentración, dificultad para aprender, pensar y tomar decisiones. A esto se suman los desequilibrios en el estado anímico, como irritabilidad, tristeza y ansiedad.
Sistema inmunológico
Efectos del silencio como el aumento de endorfinas, la reducción del estrés, la disminución de la inflamación crónica y la mejora del sueño fortalecen el sistema inmunológico, defensa natural del cuerpo contra virus, bacterias, hongos y otros agentes dañinos.
Sistema cardiovascular
Según un estudio de la Universidad de Pavia (Italia) publicado en 2006 en la revista Heart, apenas dos minutos de silencio reducen la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el ritmo de la respiración.
A esto se suma que, como hemos visto, el silencio reduce los niveles de estrés, por lo que es beneficioso para la salud cardiovascular, algo vital si consideramos que las mujeres tenemos un riesgo alto (en especial, durante la perimenopausia y tras la menopausia) de sufrir trastornos como infarto, hipertensión, trombosis o ictus (primera causa de muerte femenina).
Cerebro
Dos horas de silencio diarias contribuyen al desarrollo de nuevas células en el hipocampo, la región del cerebro asociada al aprendizaje, la memoria y las emociones. A esto se suma su capacidad para elevar los niveles de endorfinas (que, además de ser las «hormonas de la felicidad, están involucradas en la mejora de la atención y la memoria), por lo que estar en silencio es muy beneficioso para prevenir el deterioro cognitivo y la niebla mental.
Por otro lado, el silencio fomenta la creatividad, porque nos permite concentrarnos, conectar con nuestra inspiración y dejarla fluir, dando rienda suelta a nuestra imaginación e inventiva.
Consejos para integrar el silencio en tu día a día
Como has podido ver, el silencio es indispensable para nuestra salud física, psíquica y emocional, por eso es necesario que le demos un espacio diario en nuestras vidas.
A veces no es sencillo romper con las rutinas, con el ruido que nos rodea, con la hiperconexión digital, pero si sigues estos sencillos consejos, podrás lograrlo. ¿Las claves? Incorporar minutos de silencio en tu agenda diaria, prestar atención plena a ese momento y respirar de manera consciente durante todo el proceso.
Crea un momento diario
Lo ideal es que establezcas un lugar en tu casa libre de tecnología y perturbaciones, donde puedas sentirte en paz y leer, escribir, pintar, hacer meditación o, simplemente, relajarte, sin prisas ni distracciones. Si no es posible, programa en tu agenda, al menos, 30 minutos diarios de silencio. Prepara un espacio en el que estés sola, sin distracciones, con el móvil apagado, sin música (ni siquiera relajante). Reivindícalo y respétalo.
Mindfulness o conciencia plena
El Mindfulness o conciencia plena es un tipo de entrenamiento mental que consiste en prestar atención al ahora, a la realidad (a uno mismo y a lo que nos rodea) de manera consciente, sin juzgar, rechazar o apegarse, con interés, curiosidad y aceptación. Aplica esta técnica en momentos cotidianos, por ejemplo, cuando te despiertas, te duchas, haces ejercicio, friegas los platos o comes.
No veas mientras la televisión, no mires el ordenador, no hagas scroll en las redes sociales. Simplemente, vive ese momento en absoluto silencio, prestando atención, por ejemplo, a la textura, olor, color, sabor de esa comida, al tacto del jabón, la esponja, el agua y el plato que friegas. Conecta con el ahora y contigo misma, recupera la consciencia.
Respira
Mientras, respira de manera consciente y profunda, siente cómo se llenan tus pulmones al inhalar, cómo se vacían al exhalar, cómo cada nueva inspiración te trae la paz, la calma, la plenitud del silencio que te invaden y relajan.
Pasea
Camina, al menos, una hora al día en un espacio natural al aire libre, sin auriculares. Si vives en una ciudad, busca un jardín, un parque y, si no es posible, una calle silenciosa, algún lugar especialmente pacífico y calmo, como una biblioteca, un museo, una iglesia. Deambula, mantente presente en ese espacio; disfruta del paseo, de tus sentidos, de la conciencia y respiración plenas.
Desconecta digitalmente
No somos conscientes de hasta qué punto estamos enganchados a los móviles. Los especialistas alertan que esa hiperconexión digital nos estresa, agobia y aísla de nosotras mismas, de la vida no virtual y de las «personas reales».
Es importante que establezcas un horario diario concreto sin dispositivos y un espacio libre de tecnología en tu casa y en tus momentos de ocio. Si es demasiada la tentación, apágalo, desactiva las notificaciones o déjalo en otro lugar o habitación para no verlo.
También es muy positivo que te comprometas a no usarlo en situaciones sociales (comer con tus amigos, estar con tu familia, dar un paseo, etc.); solo así serás plenamente consciente de esos momentos y los disfrutarás con toda su intensidad.
Silencio antes de acostarte
Haz tu rutina previa a acostarte (ducha tibia, automasajes, cremas, etc.) en silencio. No uses ordenadores ni móviles (al menos) 90 minutos antes de ir a la cama (causan al cerebro los mismos efectos que el jet lag), desconecta el móvil o ponlo en modo noche (y colócalo alejado de la cabecera de la cama), acuéstate y, con los ojos cerrados, céntrate en tu respiración, en cómo se relaja tu cuerpo y en cómo el silencio te arropa.
Miedo al silencio
A veces, el silencio pesa. Quizá nos rodeamos de ruido porque nos sentimos solos o incómodos (encender la televisión como ruido de fondo, navegar por las redes sociales en una fiesta) o porque cuando estamos en silencio, pueden aparecer recuerdos desagradables, problemas que debemos enfrentar, situaciones tensas.
Pero huir del silencio y ocultarnos en el ruido no va a solucionar nuestros problemas. Ese ruido constante nos debilita, nos desestabiliza, nos aísla aún más.
Solo reflexionar sobre ellos y enfrentarlos (incluso con la ayuda de un profesional si nos sobrepasan) nos dará la paz, y solo el silencio tiene el poder de conectarnos con nuestro yo más profundo, con nuestras debilidades, sí, pero también con nuestras fortalezas, y de ayudarnos a vivir la vida plenamente, en el ahora. Vence a los hombres grises.

Gema Bocardo. Licenciada en Derecho, escritora y redactora. Apasionada de la criminología, la psicología y la sociología, ahonda en sus artículos sobre la importancia de conocerse a uno mismo y a los otros, y desarrollar habilidades efectivas de crecimiento personal, comunicación y relaciones.