Vulvodinia o dolor vulvar crónico: la enfermedad silenciosa

Salud femenina | | Brenda B. Lennox

La vulvodinia o dolor vulvar es una molestia crónica que se caracteriza por un dolor o ardor intenso en la totalidad de la vulva o en una parte de ella que dura más de tres meses. Según la National Vulvodynia Association (NVA), esta enfermedad afecta al 16% de las mujeres, aunque aventuran que el porcentaje es más elevado debido a los diagnósticos erróneos.

Se la considera una enfermedad silenciosa porque muchos especialistas no saben identificarla y la mujer sufre un calvario de tratamiento en tratamiento que en vez de curar la afección, la agrava, especialmente en aquellos casos en los que su origen es psicológico. De hecho, un estudio de la Universidad de Harvard en Estados Unidos reveló que el 40% de los casos se quedan sin diagnóstico, a pesar de haber acudido al médico y que, generalmente, el diagnóstico correcto se realiza después de siete incorrectos.

La vulvodinia convierte actividades cotidianas como caminar, sentarse, orinar, introducirse un tampón o una copa menstrual en algo insufrible; las relaciones sexuales tornan inexistentes y las de pareja, tensas. No es de extrañar que acabe debilitando el equilibrio emocional de la mujer, provocando trastornos emocionales como ansiedad, depresión y alteraciones del sueño, así como vaginismo (espasmos en los músculos que rodean la vagina) debido al miedo a sufrir dolor en las relaciones sexuales.

Síntomas de la vulvodinia

El síntoma principal es un dolor en la zona de la vulva que dura más de tres meses sin ninguna causa identificable; si bien la localización, persistencia y severidad del dolor varían entre las mujeres que la sufren. Aunque el síntoma más frecuente es el dolor, este puede ser experimentado y descrito como ardor intenso o quemazón como si la vulva hirviera. Esa dificultad al describir los síntomas provoca que suelan confundirse con los de la vaginitis o una infección urinaria, por lo que se prescriben tratamientos erróneos que en vez de disminuir los síntomas, los agravan.

Además de ese dolor o quemazón intenso, los síntomas pueden incluir inflamación de la vulva, sensación pulsátil (como si latiera),  y/o dispareunia, es decir, dolor durante la penetración, que pueden ser difusos o focales, profundos o superficiales y con una intensidad que varía de moderada a intensa.

Tipos de vulvodinia

El término vulvodinia fue creado en 1983 por la Internacional Society for the Study of Vulvar Disease (ISSVD) que la definió como «una incomodidad vulvar crónica caracterizada por una sensación quemante, de ardor o irritativa de la vulva».

Esta patología se suele clasificar en dos subtipos:

Vulvodinia localizada

El dolor se percibe solo en una parte de la vulva y no en su totalidad. Si es en el vestíbulo (la zona alrededor de la abertura vaginal, donde los labios menores), se denomina  vestibulitis vulvar o vestibulodinia; y si es en el clítoris, clitorodinia.

La mayoría de mujeres que padecen este subtipo sufren vulvodinia provocada, es decir, algo desencadena el dolor o quemazón intenso como, por ejemplo, relaciones sexuales con penetración, inserción de tampones, exploración ginecológica o usar ropa ajustada.  De hecho, la vestibulitis vulvar o vestibulodinia es una de las mayores causas de dolor en las relaciones sexuales y, si no se trata, acaba ocasionando serios problemas de pareja además de afectar la salud psicológica y sexual de la mujer, pudiendo provocar ansiedad, depresión, disminución de la libido y disfunción orgásmica.

A su vez, la vulvodinia localizada provocada puede ser primaria (el dolor aparece en el primer intento de penetración) o secundaria (el dolor aparece en cualquier momento de la penetración).

Vulvodinia generalizada

Se experimenta dolor o quemazón en toda la vulva, desde el pubis hasta el coxis, incluyendo en ocasiones la cara interna de los muslos y el ano. El dolor suele aparecer de manera espontánea (no provocada) y es relativamente constante, aunque algunas actividades que implican presionar la zona (como montar en bicicleta, estar sentada durante mucho rato) suelen incrementar los síntomas.

Factores causantes de la vulvodinia

La causa principal de esta patología sigue siendo desconocida. Diversas teorías sostienen que tiene un origen multifactorial, incluyendo un origen embrionario, proceso inflamatorio crónico, factores genéticos inmunes, factores ambientales (infecciones, uso de sustancias irritantes, trauma), cambios hormonales e infecciones por el virus del papiloma humano. A esto se suma que cada mujer es un caso único que hay que estudiar y diagnosticar de manera exclusiva.

Algunos estudios señalan que probablemente el origen más convincente sea el dolor neuropático, provocado por una lesión o disfunción de los nervios que transmiten la información del dolor desde la vulva hasta la médula espinal.

La comunidad médica también suele considerar como factores causantes los siguientes:

  • Infecciones recurrentes: Algunos estudios revelan que el 80% de las mujeres con vulvodinia han padecido infecciones vaginales recurrentes, ya sean por hongos en forma de levadura como la candidiasis, ya sea por infecciones de transmisión sexual.
  • Factor hormonal: deficiencia de estrógenos, anovulación secundaria por lactancia o por anorexia, amenorrea secundaria provocada por el estrés o por realizar excesiva actividad física y los anticonceptivos hormonales combinados.
  • Tratamientos con láser o cirugías como la histerectomía (extirpación del útero).
  • Irritación nerviosa, lesiones o espasmos de los músculos del suelo pélvico.
  • Afecciones precancerosas o cancerosas en el cuello uterino.
  • Embriología: La vulvodinia se ha asociado con otras condiciones de dolor crónico, incluyendo la vejiga dolorosa, síndrome de intestino irritable y la fibromialgia.
  • Anomalías metabólicas.
  • Genética.
  • Diabetes.
  • Factores psicológicos y psicosociales.

Tratamiento para la vulvodinia

Al desconocerse las causas, no existe ningún tratamiento que sea totalmente efectivo. Los existentes están orientados a aliviar los síntomas, algo que por lo general solo se consigue parcialmente. Es necesario elaborar un tratamiento específico para cada mujer con un enfoque multidisciplinario, que incluya medidas de prevención, tratamiento psicológico, terapia física y terapia médica, entre los que podemos mencionar los siguientes:

  • Tratamientos tópicos: anestésicos locales; cremas que tratan las infecciones por hongos en forma de levadura; cremas que contienen estrógeno o cortisona.
  • Medicamentos: los esteroides, los anticonvulsivos y los antidepresivos tricíclicos pueden reducir el dolor crónico y los antihistamínicos, el ardor y la picazón.
  • Terapia para el suelo pélvico. Muchas mujeres con vulvodinia tienen tensión en los músculos del suelo pélvico y/o hipertonía. La fisioterapia y los tratamientos de biorretroalimentación ayudan a fortalecerlos y relajarlos, evitando los espasmos musculares en el área pélvica que acentúan el dolor.
  • Cirugía: En casos de vestibulodinia, la cirugía para extirpar el tejido y la piel afectados alivia el dolor en algunas mujeres

Reducir el estrés. El estrés tiende a empeorar la vulvodinia y esta lo aumenta, por lo que acaba siendo un círculo vicioso. Prácticas como el yoga, la meditación, los masajes y otros

  • recursos para reducir el estrés pueden reducir el dolor.
  • Terapia sexual o terapia de pareja.
  • Terapia psicológica.
  • Grupos de apoyo.
  • Hipnosis.

Dermatitis vulvar y vulvodinia

Existen muchas causas de dolor o ardor vulvar, siendo la dermatitis la más frecuente pues se presenta hasta en el 54% de las mujeres con síntomas crónicos vulvares. La dermatitis irritativa de contacto es frecuente debido al uso de sustancias que alteran la flora vaginal como productos de higiene (jabones, geles, espumas de baño, cremas depilatorias, desodorantes, compresas y tampones), lubricantes y anticonceptivos (espermicidas, preservativos y diafragmas), fluidos corporales (sudor, secreciones vaginales, orina y semen), medicamentos (cremas antifúngicas, anestésicos tópicos, antibacterianos tópicos) y ropa interior sintética.

Para reducir las molestias de la dermatitis vulvar y la vulvodinia, agravada en muchas ocasiones por la primera, los especialistas establecen las siguientes recomendaciones:

  • Cuando te laves los genitales, evita el jabón y cualquiera de los productos que te he mencionado. Hazlo con suavidad y con la mano, nunca con esponjas.
  • Lava la vulva dos o tres veces al día con agua tibia (sin jabón) para limpiar cualquier secreción vaginal que pudiera causarte irritación y sécala bien con una toallita de algodón. Es recomendable que lo hagas siempre después de orinar; si no es posible, no sustituyas el agua por toallitas húmedas higiénicas.
  • Evita los jacuzzis y los baños con agua muy caliente.
  • Después de lavarte o bañarte, aplica en tu vulva emolientes sin conservantes como la vaselina, para crear una barrera protectora.
  • Para aliviar el dolor y la picazón, puedes colocarte compresas de gel frío en la vulva.
  • Usa ropa interior de algodón para aumentar la transpiración de la vulva y evitar la acumulación de humedad, y procura dormir sin ninguna. Recuerda lavar la nueva antes de usarla, porque puede tener restos de productos perjudiciales; pero no utilices detergentes fuertes y asegúrate de haberla enjuagado bien para que no haya restos de jabón ni suavizante.
  • Evita la ropa ajustada y la depilación genital completa. Un estudio publicado en el Journal of Lower Genital Tract Disease reveló que usar pantalones ajustados más de cuatro veces por semana duplica el riesgo de sufrir vulvodinia y que el porcentaje de mujeres que sufrían vulvodinia y se depilaban íntegramente se elevaba al 74%.
  • Evita la ropa interior de materiales sintéticos y no transpirables, especialmente en verano; restringe el flujo de aire en la zona genital, provocando un aumento de la temperatura y humedad que favorecen la proliferación de hongos y bacterias.
  • No estés demasiado tiempo con un bañador húmedo, puede provocar un exceso de bacterias y levaduras en tus genitales.
  • Usa papel higiénico sin blanquear y productos sanitarios sin perfume. Como te explicamos en este reportaje, muchos tampones y compresas están fabricados con productos tóxicos y perjudiciales.
  • Observa las reacciones ante los métodos anticonceptivos por si la irritación es una alergia a estos.
  • Usa lubricantes biocompatibles antes de tener relaciones sexuales, evitando los que contengan alcohol, sabor o agentes de calor o frío.
  • Evita realizar actividades que ejerzan presión en la vulva, como el ciclismo o montar a caballo.

Cómo saber si padeces vulvodinia

Laura Szafirstein, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología y de la Academia Americana de Dermatología, elaboró el siguiente cuestionario para detectar esta patología:

  1. ¿Te han tratado por infecciones vaginales, pero persiste el dolor o el ardor después de la finalización del tratamiento?
  2. ¿Tuviste ciclos recurrentes de infecciones urinarias y vaginales que parecen sucederse una tras otra?
  3. ¿Fuiste al ginecólogo porque pensabas que sufrías una infección vaginal y los resultados fueron negativos?
  4. ¿Tus síntomas empezaron después de una serie de infecciones vaginales, bacteriales o urinarias o de un trauma pélvico como una operación o una caída?
  5. ¿Sufres de alergias o problemas dermatológicos?
  6. ¿Te han diagnosticado cistitis intersticial, fibromialgia, colon irritable o alguna enfermedad autoinmune o inflamatoria?
  7. ¿Estás experimentando un declive en tu interés sexual?
  8. ¿Estás deprimida o estresada?

Si has respondido afirmativamente a cuatro preguntas, podrías tener vulvodinia. Acude al ginecólogo para que realice un diagnóstico correcto. Para ello y en primer lugar, debería efectuar una correcta anamnesis, es decir, mantener una conversación contigo preguntándote sobre tu historia clínica, hábitos y antecedentes familiares. Después, deberá realizarte una minuciosa exploración física que descarte otras causas de dolor crónico vulvar como infecciones, problemas físicos producidos por accidentes o por abuso sexual, enfermedades sistémicas como la de Behcet, el síndrome de Sjrogen, lupus y la enfermedad de Crohn; enfermedades de la piel como dermatitis, eczemas, psoriasis, lichen sclerosus y lichen planus y pemphigoid y pemphigus; condiciones precancerígenas y cáncer; irritación provocada por el uso de ropa interior, preservativos, supositorios vaginales, cremas, productos para la higiene íntima, etc. Una vez que haya descartado otras causas, el profesional podrá determinar el tipo de tratamiento que necesites.

No obstante, al tratarse de cuadros complejos, se recomienda la participación de diversos profesionales para poder ofrecer un tratamiento interdisciplinario, como ginecólogos, dermatólogos, neurólogos, especialistas en dolor, fisioterapeutas y/o rehabilitadores, psicólogos y sexólogos.

No dudes acudir a varios profesionales si no dan con la solución a tu problema, recuerda que el diagnóstico es complicado y muchas mujeres reciben distintos diagnósticos hasta el correcto.

Por favor, no te automediques ni utilices reiteradamente tratamientos de venta libre sin consultar con el médico, porque pueden agravar los síntomas y causar trastornos más graves.

Es posible que te resulte útil hablar con otras mujeres que tengan vulvodinia porque puede proporcionarte información y hacerte sentir menos sola. Si no existe ningún grupo de apoyo en tu comunidad, te recomiendo la web Peace With Pain (Paz con dolor), creada por la mexicana Pame Clynes en 2018. En ella, Clynes cuenta su experiencia personal con la vulvodinia, ofrece información sobre esta patología y brinda apoyo a otras mujeres. Puedes encontrarla en este enlace.

Fuentes:

Vulvodinia: una puesta al día. Juan P. Matzumura-Kasano, Hugo F. Gutiérrez-Crespo, Luisa A. Zamudio-Eslava.

Vulvodinia. Clínica Mayo

Vulvodinia en el dolor pélvico crónico. Asociación de dolor pélvico crónico (Adopec)

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