La flora vaginal: funciones, trastornos y consejos para protegerla

Salud femenina | | Brenda B. Lennox

La microbiota normal, flora normal o flora nativa es el conjunto de microorganismos que viven de forma habitual en distintas partes de un cuerpo sano, incluyendo la vagina (en cuyo caso recibe el nombre de flora vaginal).

Factores como las relaciones sexuales, el ciclo menstrual, el embarazo, la menopausia, hábitos poco saludables, el uso de determinados productos o enfermedades como la diabetes pueden romper su equilibrio provocando inflamación de la vulva y/o vagina, infecciones vaginales y urinarias, endometriosis y problemas de fertilidad.

En este artículo veremos qué es la flora vaginal y sus funciones, los trastornos que pueden aparecer cuando se desequilibra, los factores que provocan ese desequilibrio y consejos para evitarlo.

Concepto y funciones de la flora vaginal

Una microbiota o flora vaginal saludable tiene, aproximadamente, mil millones de bacterias por gramo de fluido vaginal. Las bacterias más abundantes son los lactobacillus (90-95 % del total), que cumplen funciones tan importantes como formar una capa protectora en la mucosa vaginal frente a las agresiones de virus y bacterias, mantener el nivel de pH intravaginal impidiendo el crecimiento de patógenos que provocan infecciones vaginales, producir compuestos antimicrobianos (es decir, con efecto bactericida) y estimular nuestro sistema inmunológico, protegiéndonos de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).

La composición de la flora vaginal no es estable, sino que depende de numerosas variables como las oscilaciones hormonales (embarazo, menstruación, perimenopausia y menopausia), las relaciones sexuales, higiene personal, enfermedades (como la diabetes), medicación (en especial, los antibióticos), uso de determinados productos (jabones, compresas, lubricantes, etc.), que pueden romper su equilibrio y alterar el pH vaginal, predisponiéndonos a infecciones, alergias y problemas de fertilidad.

Vaginitis y vaginosis

Cualquier factor que altere el equilibrio de la flora vaginal y/o produzca una irritación de los tejidos de la vagina o la vulva puede provocar vaginitis, un trastorno que, como vimos en este artículo, es un proceso inflamatorio de la mucosa vaginal cuyos síntomas principales son irritación o picazón en los genitales, inflamación de los labios mayores, labios menores y/o área perineal, flujo vaginal anormal, olor vaginal penetrante o desagradable, incomodidad o ardor al orinar y dolor (dispareunia) o irritación durante la penetración.

La vaginitis o inflamación de la vagina puede estar causada por una infección (en cuyo caso recibe el nombre de vaginosis) o por factores como alergias a determinados productos (geles, tampones, compresas, bragas de materiales sintéticos, etc.) o a una disminución de los estrógenos (en fases como el embarazo o la menopausia). 

Aproximadamente, el 90% de las vaginitis son vaginosis (es decir, vaginitis por una infección) propiciadas por un desequilibrio de la flora vaginal. Cuando desciende el número de lactobacillus presentes en un microbioma vaginal saludable, aumenta el riesgo de colonización de bacterias y virus externos, como los causantes de ITS (en especial, gonorrea, clamidia, virus del papiloma humano, virus de inmunodeficiencia humana o VIH) y el desarrollo de bacterias y levaduras que ya están en nuestra vagina (como la Gardnerella vaginalis y la Candida albicans). 

Por otro lado, la vaginosis bacteriana aumenta el riesgo de sufrir la enfermedad inflamatoria pélvica (que, de no tratarse, puede causar daños permanentes como un embarazo ectópico, infertilidad, abcesos o pus en las trompas de Falopio, ovarios, útero o en otros órganos pélvicos) y la vulvodinia o dolor vulvar crónico. 

Flora vaginal y fertilidad

La flora del tracto reproductivo (en especial, los lactobacillus) crea un entorno equilibrado para que no se desarrollen microorganismos patógenos, ya que mantiene la acidez del pH vaginal en su estado óptimo, favoreciendo la fecundación y el desarrollo del feto.

Algunos estudios relacionan las vaginosis causadas por la Gardnerella vaginalis y la Candida albicans con problemas de fertilidad y con complicaciones durante el embarazo (incluyendo abortos espontáneos y partos prematuros), el parto (bajo peso del bebé y transmisión de la infección) y el postparto (como corioamnionitis o infección del líquido amniótico, y endometritis o inflamación del endometrio).

Según un interesante artículo de María León, publicado por PlusQuam Pharma, cuando una mujer tiene problemas de fertilidad, es habitual que también aumente la presencia de Candida albicans, Enterococcus, Eschirichia coli y el Staphylococcus, y este desequilibrio «repercute en el recorrido de los espermatozoides hasta el óvulo, lo que afecta a la maduración y a la capacidad de fecundación de los gametos masculinos. Por su parte, la composición de la microbiota uterina, que hace referencia a los microorganismos beneficiosos que habitan en el útero, también influye en la implantación del embrión, tanto en un embarazo natural como mediante un tratamiento de fertilidad».

Factores que desequilibran la flora vaginal

Entre los numerosos factores que pueden afectar al delicado equilibrio de la microbiota o flora vaginal, los más comunes son los siguientes:

  • Cambios hormonales: menstruación, embarazo, postparto, perimenopausia y menopausia.
  • Medicamentos: antibióticos, anticonceptivos orales, tratamientos de infertilidad, terapia de sustitución hormonal (TSH).
  • Duchas vaginales.
  • Relaciones sexuales sin protección (incluyendo el sexo oral).
  • Uso del dispositivo intrauterino (DIU).
  • Condiciones subyacentes: diabetes, sistema inmunitario debilitado, déficit de vitamina D, sobrepeso y obesidad.
  • Falta de higiene o higiene deficiente.
  • Tabaquismo.
  • Compresas, tampones, salvaslips en determinadas circunstancias.

Factores que causan vaginitis alérgica

En los últimos años ha aumentado el número de mujeres que sufren dermatitis vulvar, una afección caracterizada por enrojecimiento de los pliegues de la abertura de la vagina y dolor y/o picazón vulvar y/o vaginal. En este incremento tienen mucho peso los productos de higiene íntima como desodorantes y polvos de talco, las compresas, tampones y protegeslips con productos irritantes (lejías, resinas o agentes aglutinantes) y elementos plásticos que están en contacto directo con la vulva, las bragas menstruales tratadas con sustancias biocidas (antibióticas) y determinados hábitos como la depilación genital.

También han aumentado los casos de vaginitis alérgica o vaginitis no infecciosa, un proceso inflamatorio de la mucosa vaginal que, por lo general, suele implicar un aumento en la secreción vaginal, picores, hinchazón y grietas en la zona vulvar y vaginal, causados por una reacción alérgica a esos mismos productos irritantes.

Los irritantes más comunes que provocan estos trastornos son

  • Compresas y protegeslips con una capa superior de plástico.
  • Compresas y protegeslips con perfumes y sustancias químicas.
  • Productos de higiene femenina como desodorantes, jabones y perfumes.
  • Anticonceptivos tópicos.
  • Preservativos de látex.
  • Ropa interior de materiales sintéticos (incluyendo determinadas bragas menstruales).
  • Ropa ajustada y de materiales sintéticos.
  • Productos de higiene íntima o lubricantes que contienen perfumes, parabenos y metacrilatos, entre otros ingredientes.
  • Espermicidas vaginales que contengan perfumes, trietanolamina y polietilenglicol, entre otros ingredientes.
  • Tratamientos tópicos como los anticonceptivos (espermicidas), antihistamínicos, anestésicos, antibacterianos y hormonales.
  • Depilación genital.
  • Preservativos de látex.
  • Adornos genitales.
  • Juguetes sexuales.

Consejos para proteger la flora vaginal

Usa copas menstruales

Durante la menstruación, somos más propensas a contraer infecciones vaginales por dos motivos: por un lado, el pH vaginal se vuelve neutro o incluso alcalino, dificultando el desarrollo de los lactobacillus; por otro, la regla y los tampones los arrastran y reducen su número. Estos dos factores propician el aumento de microorganismos patógenos (como la Gardnerella vaginalis y la Candida albicans y también nos hacen más propensas a sufrir infecciones de virus, hongos y bacterias externas.

Por otro lado, somos más vulnerables a desarrollar infecciones vaginales en verano (un 50% más que en otras épocas del año); muchos de los organismos que las causan prosperan en ambientes cálidos y húmedos, y las condiciones climatológicas, sumadas a las compresas (que aumentan el calor y la humedad de la vulva), son un caldo de cultivo perfecto, de ahí que haya que cambiarlas cada 4 horas máximo máximo para evitar que los hongos y las bacterias proliferen, y los tampones cada cuatro horas y siempre después de habernos bañado (porque han podido mojarse y eso aumentaría las probabilidades de desarrollar una infección por los microorganismos que se encuentran en el agua). 

Además, (como os contamos en este reportaje sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente de algunos productos menstruales, juguetes sexuales y ejercitadores del suelo pélvico), determinados materiales empleados en su fabricación (como perfumes, lejías, resinas o agentes aglutinantes) pueden resultar tóxicos o perjudiciales para nuestro organismo y causar infecciones, alergias, microerosiones y afecciones como la dermatitis irritativa de contacto y la vaginitis alérgica.

Para evitarlo, lo ideal es usar copas menstruales de materiales hipoalergénicos como las de INTIMINA, fabricadas con silicona de grado médico (es decir, la que se usa con fines médicos y quirúrgicos), un material no poroso que previene el crecimiento de bacterias y hongos, eliminando toda posibilidad de infección siempre y cuando se usen adecuadamente y con la mayor higiene. 

Además, las copas menstruales de silicona de grado médico no producen irritación, porque es un material hipoalergénico (es decir, no provoca alergias), biocompatible (compatible con los tejidos corporales) e inocuo para el organismo, porque no desprende partículas tóxicas ni provoca que el cuerpo la rechace, por eso se utiliza incluso en dispositivos cardiacos como catéteres y marcapasos. 

No te depiles el vello genital

La depilación del vello genital es una cuestión estética que perjudica nuestra salud, ya que el vello, además de amortiguar el impacto de golpes o fricciones sobre el pubis protegiendo los genitales externos (contra el roce de la ropa o durante las relaciones sexuales), actúa como una malla protectora frente a gérmenes y otras secreciones como, por ejemplo, el sudor y la materia fecal. 

No te depiles el vello genital (al menos, no de manera integral), no solo desproteges tu vagina frente a virus y bacterias, también aumentas el riesgo de sufrir hidrosadenitis supurativa, vulvodinia, vaginitis, prurito vulvar, hipersensibilidad, y dermatitis, entre otras afecciones que puedes leer en este reportaje.

Cuida tu alimentación

Protege la población de lactobacilli consumiendo probióticos y alimentos como el yogur, el kéfir, vegetales fermentados (sobre todo, los elaborados con col), miso y microalgas. Consulta con tu médico para saber en qué cantidad resultaría beneficiosos para tu flora vaginal.

Algunos estudios han asociado la deficiencia de la vitamina D a los desequilibrios de la flora vaginal. La fuente principal de la vitamina D es el sol (a través de la piel); unos quince minutos al día de exposición directa suelen suministrar la cantidad diaria que necesita nuestro organismo. Si no te resulte posible por las condiciones climatológicas, consume pescados azules y grasos (salmón, atún, sardina y caballa), mariscos (ostras, almejas, gambas y langostinos), hígado de ternera y conejo, yema de huevo, aguacate y setas.

Para mantener tu sistema inmunológico sano y tus defensas altas, consume los siguientes nutrientes (los alimentos que señalo son los que los contienen en mayor cantidad):

  • Ácidos Omega 3: pescados (salmón salvaje, sardinas, caballa, jurel, anchoas y atún), semillas de chía, lino y calabaza, nueces, soja y sus derivados, aceite de canola y brócoli.
  • Antioxidantes: ajo, alcachofas, canela, chocolate negro, frutos del bosque (arándanos, frambuesas, moras), manzana, patata, semillas de sésamo, lino y chía, uvas rojas y zanahorias.
  • Hierro: alga espirulina, marisco, semillas de calabaza, soja, mijo, lentejas y chocolate negro.
  • Selenio: bacalao, anchoas, huevos, pipas de girasol y nueces.
  • Vitamina A: lácteos, huevos, brécol, col rizada o kale.
  • Vitamina B6: pescados (sardina, salmón, atún, bonito, besugo, trucha), nueces, legumbres (lentejas garbanzos, judías blancas), hígado, carnes de aves (pollo y gallina), plátano y aguacate.
  • Vitamina C: frutas (fresa, kiwi, lima, limón, naranja y mango), verduras de hojas verdes, pimiento rojo, brócoli, coliflor, repollo y tomate.
  • Vitamina E: aceites vegetales y de semillas, almendras, avellanas, germen de trigo y de maíz, nueces y semillas de girasol.
  • Zinc: ostras, cangrejo, huevos, carne de cerdo, semillas de calabaza, garbanzos, cacahuetes y chocolate negro.

Por otro lado, también deberás reducir el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, grasas trans, sal, azúcar (incluyendo los refrescos y las bebidas energéticas), fritos, hipercalóricos, procesados, carnes rojas, café y lácteos enteros, ya que debilitan nuestro sistema inmunitario.

Elimina el estrés y la ansiedad

El estrés (crónico o temporal) y la ansiedad debilitan nuestro sistema inmunitario, que no responde con eficiencia a las agresiones externas. A esto se suma que las mujeres somos más sensibles al cortisol y a la adrenalina (hormonas que se liberan en situaciones estresantes), por lo que este trastorno nos afecta más que a los hombres.

Mantén el estrés y la ansiedad a raya: aléjate de las personas y situaciones que te los provoquen, recurre a la meditación y al control de la respiración en momentos en los que te invadan, realiza actividades que fomenten tu creatividad, te hagan feliz y te proporcionen equilibrio mental y emocional (como el yoga o el taichí), mantén el contacto con los amigos y la naturaleza, y busca ayuda profesional si el estrés o la ansiedad te superan o piensas que tienes un trastorno que afecte a tu salud mental, como la depresión. 

No fumes

Las no fumadoras tienen una mayor proporción de lactobacillus en su microbiota vaginal que las fumadoras. Por otro lado, el tabaco disminuye las defensas y favorece la ansiedad y el estrés que, como hemos visto, disminuyen nuestras defensas. Además, como explico en el reportaje Efectos del tabaco en la sexualidad femenina y el suelo pélvico, fumar causa otros problemas graves en la salud femenina como aumentar el riesgo de sequedad vaginal y atrofia genital, descenso de la libido, trastornos menstruales (como el retraso de la menarquia, reglas irregulares, amenorrea), adelanta la llegada de la menopausia entre uno y cuatro años, afecta a la fertilidad, duplica el riesgo de sufrir embarazos ectópicos (fuera del útero), aumenta un 28% el riesgo de aborto espontáneo e incrementa las posibilidades de un parto prematuro y de dar a luz a un bebé muerto.

Controla tu índice de masa corporal

La acumulación excesiva de grasa afecta al organismo en todos sus sistemas y funciones, incrementando significativamente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, ictus (primera causa de muerte femenina), hipertensión arterial, afecciones músculo-esqueléticas, diabetes tipo II, trastornos del suelo pélvico (vejiga hiperactiva, hipertonía pélvica, incontinencia urinaria y fecal, prolapso o caída de órganos internos), apnea del sueño y trastornos psicológicos como depresión y ansiedad, entre otras.

En cuanto a las disfunciones ginecológicas, el sobrepeso no solo aumenta el riesgo de padecer infecciones vaginales y urinarias, también de sufrir trastornos como el síndrome del ovario poliquístico (SOP), anovulación, diabetes gestacional, abortos recurrentes (incluyendo los espontáneos y la muerte fetal intrauterina), complicaciones durante el parto (cesáreas), pre-eclampsia (hipertensión en el embarazo), eclampsia (convulsiones o coma durante el embarazo después de la vigésima semana de gestación, el parto o en las primeras horas del puerperio o post-parto) y gestar bebés con problemas de salud (espina bífida, hidrocefalia, cardiopatías, labio leporino y reducción de miembros).

Si consideras que tienes sobrepeso, acude a tu médico para que determine sus causas (como una alimentación inadecuada, sedentarismo, cambios en el metabolismo, problemas de salud mental, genética o una enfermedad como el hipertiroidismo), si afecta a tu salud y el tratamiento adecuado. 

Protégete de las Infecciones de Transmisión Sexual

Protégete siempre de las ITS con preservativos (masculinos o femeninos) y barreras bucales; un solo contacto sexual por vía anal, oral o vaginal (incluso sin eyaculación) es suficiente para contagiarte. No te lo tomes a la ligera, la mitad de la población activa está infectada por una ITS y no lo sabe, porque muchas infecciones son asintomáticas durante meses. 

Elige métodos anticonceptivos saludables

El dispositivo intrauterino (DIU) y algunos anticonceptivos orales pueden desequilibrar la flora vaginal, y los preservativos de látex causar alergias a algunas personas. Además, como explicamos en este artículo sobre los distintos tipos de métodos anticonceptivos, sus características básicas y eficacia, todos presentan sus ventajas e inconvenientes, así que deberías informarte para saber cuál es el indicado para ti.

Por otro lado, algunos lubricantes pueden causar dermatitis vaginal y vaginitis, así que es mejor que elijas uno que sea respetuoso con tu pH vaginal como Feminine Moisturizer de INTIMINA, un hidratante vaginal a base de agua, sin glicerina ni parabenos, enriquecido con aloe vera.

No abuses de los antibióticos

La finalidad de los antibióticos es acabar con las infecciones causadas por bacterias, pero no solo destruyen las bacterias dañinas, sino también las beneficiosas como los lactilobacillus y alterar, por lo tanto, el delicado equilibrio de la microbiota, aumentando el riesgo de infecciones por virus, bacterias y levaduras.

No abuses del consumo de antibióticos, tómalos solo cuando te los recete el médico y en el modo en el que te indique y consume probióticos durante el tratamiento y después de este, para prevenir las infecciones vaginales.

Cuida tu higiene

  • Lávate los genitales diariamente con la mano (no con esponjas, pueden irritar la zona) y agua templada.
  • Cuida tu higiene especialmente durante la menstruación.
  • No te des duchas vaginales, alteran el pH vaginal. Tampoco te excedas con los jacuzzis y cuando te bañes, no pongas el agua muy caliente. 
  • No uses productos para la higiene femenina como desodorantes, polvos de talco o perfumes. 
  • Cuando vayas al servicio, lávate las manos antes. Luego, límpiate con papel higiénico (las toallitas húmedas pueden causar dermatitis) de adelante a atrás para que no entren las heces en contacto con la vagina. 
  • Limpia muy bien los juguetes sexuales antes de utilizarlos y no los compartas durante la relación sexual.
  • Si mantienes relaciones sexuales anales, será necesario cambiar el preservativo antes de la penetración vaginal; si no has utilizado condón, deberás lavar el plug anal o el pene antes de penetrar la vagina.
  • Limpia correctamente la copa menstrual, los juguetes sexuales y los ejercitadores del suelo pélvico antes de utilizarlos, siguiendo las instrucciones del fabricante. También puedes usar Intimate Accessory Cleaner, un limpiador de accesorios de INTIMINA (como los ejercitadores de Kegel y las copas menstruales) en espray, sin alcohol, 100% biocompatible y muy práctico, ya que desinfecta los productos en apenas 5 segundos y puedes llevar la botellita en el bolso.

Mantén una humedad vaginal equilibrada

  • Cuando te laves, sécate bien la vulva con una toalla de algodón, dándote toques suaves, hasta eliminar toda el agua.
  • Usa bragas de algodón blanco 100% orgánico; este tejido facilita la absorción adecuada del sudor y flujo, impide el exceso de humedad y permite que la piel respire, evitando la proliferación de hongos y bacterias; además, se trata de un material hipoalergénico y muy suave, por lo que no provocará alergias, eccemas ni rozaduras. 
  • Prescinde de la ropa ajustada y la fabricada con materiales sintéticos, porque puede causar irritación y sudoración. 
  • La humedad de la ropa de baño altera el pH vaginal y favorece el crecimiento de hongos y bacterias. No lleves el bikini o el bañador mojado durante más de 30 minutos, dúchate después de un baño (en el mar, río, lago o piscina), seca muy bien tu vulva con una toalla distinta a la que uses para el cuerpo y ponte una muda seca.
  • Duerme sin ropa interior, evitarás que aumente la temperatura y humedad de tu vulva.

Cuídate durante la perimenopausia y la menopausia

La disminución de los niveles de estrógenos durante la perimenopausia y la menopausia agota los lactobacillus y aumenta el pH de la vagina, favoreciendo la colonización vaginal por microorganismos dañinos como, por ejemplo, Enterobacter, Gardnerella vaginalis y Candida albicans.

Para compensar la deficiencia de estrógenos, no son recomendables las terapias de reemplazo hormonal, porque favorecen el desequilibrio de la flora vaginal, presentan muchas contraindicaciones (como dolor de cabeza, vómitos, hemorragias, edemas, dolor abdominal intenso, depresión severa) y aumentan el riesgo de sufrir cáncer de endometrio, enfermedades en la vesícula biliar y un ictus (primera causa de muerte femenina). Antes de aceptar este tipo de tratamiento, es mejor que sigas los consejos generales sobre cómo proteger tu flora vaginal y combatas los síntomas de la menopausia con un cambio de alimentación, tal y como te explico aquí.

Ve al médico y no te automediques

Es de vital importancia que vayas al médico si experimentas síntomas preocupantes como irritación vaginal, dolor o molestias durante la penetración (incluyendo cuando te introduces tampones o copas menstruales), un flujo vaginal anormal o cualquier otro que indique que algo va mal. No lo dejes pasar, en la mayoría de los casos el tratamiento es sencillo y efectivo; por el contrario, si no tratas tus síntomas, estos pueden agravarse, así como el trastorno que los provoca (diabetes, cáncer, infección urinaria, etc.). Por ejemplo: si la causa es una gonorrea y no te la tratan, puede causar daños graves y permanentes en tu aparato reproductor dificultando o impidiendo que te quedes embarazada (hasta el punto de causarte esterilidad) o provocarte un embarazo ectópico; y si es VPH, se disparan los riesgos de padecer cáncer cervical (de hecho, casi todos los casos de cáncer cervical están causados por este virus), de cabeza y cuello del útero, anal, vulvar, de boca y garganta.

No se te ocurra automedicarte. Muchas afecciones tienen síntomas similares y los farmaceúticos no pueden orientarte con la misma precisión que tu médico. Por ejemplo, la candidiasis es la más común de las vaginitis, especialmente en mujeres que tienen la regla porque durante la menstruación, aumentan tanto la temperatura de la zona vaginal como su humedad. Otras causas que provocan la proliferación descontrolada de estos hongos son una disminución de la acidez del PH vaginal, alteración de la flora vaginal por motivos como haber tomado antibióticos, usar tampones, cambios hormonales (menopausia, anticonceptivos hormonales), relaciones sexuales con una persona infectada (incluyendo sexo oral) y la disminución del sistema inmune por enfermedades y trastornos como el cáncer, VIH, obesidad y diabetes.

Los síntomas más frecuentes de esta infección son secreción vaginal lechosa espesa o con grumos (similar al requesón), comezón o ardor más o menos intenso (que suele aumentar los días previos a la menstruación y que irrita tanto la vagina como la piel circundante), dolor en el coito, molestias al orinar y lesiones vulvares de aspecto rojizo; y cuando la candidiasis es grave, a estos síntomas se añadirán otros como un enrojecimiento granate de la vulva y vagina, así como hinchazón y picazón tan fuertes que pueden provocar grietas, desgarros y/o llagas.

Seguro que has visto anuncios de medicamentos de venta libre (sin receta) para tratar la candidiasis. El problema es que muchos de sus síntomas son similares a los de otras infecciones y el tratamiento no es el mismo. Por ejemplo, una secreción vaginal lechosa espesa o con grumos alerta de una candidiasis; una con aspecto verdoso, amarillento o anaranjado y un olor intenso, penetrante y desagradable (similar a pescado podrido), de una Tricomoniasis; una secreción vaginal blanca o grisácea muy fluida y maloliente, de una infección vaginal por bacterias; y una grisácea con rayas rojas, un aborto espontáneo o una ITS. Aparentemente podrías diferenciarlas por el flujo, pero todas estas infecciones comparten otros síntomas como irritación, dolor y enrojecimiento.

¿Entiendes lo grave que puede llegar a ser automedicarte y no recibir el tratamiento correcto? Por favor, si estás experimentando algún síntoma, acude al médico para que te haga un diagnóstico personalizado.

Fuentes:

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